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Mientras escribía este artículo, ponderando sobre lo que debería ser el enfoque de lo que deseo expresar, me quede viendo fuera de la ventana de la biblioteca de la USAP. Sobre el edificio administrativo, pude ver la bandera de Honduras moviéndose con el viento y me recordó un poco a lo que vi el viernes en las afueras de la corte del distrito sur de Nueva York, donde acababan de declarar culpable a Juan Antonio Hernández.

Vi cómo una multitud de hondureños y hondureñas celebraban como se hizo justicia para un país entero. Nosotros desde nuestras casas no teníamos acceso a la corte y podíamos nada más ver resúmenes de personas que tenían acceso a las salas judiciales.

Estas tres personas, que alimentaron y nutrieron de información a una nación entera son héroes que simplemente hacían su trabajo. Estos periodistas, que controlando sus opiniones personales durante el reportaje de lo que ocurría dentro del juicio nos recordaron la labor tan importante y fundamental que hacen los periodistas para fortalecer una democracia.

Matthew Lee. Jeff Ernst. Emily Palmer. Estas tres personas nos recordaron durante todo el juicio de “Tony” Hernández que la verdad prevalece sobre todos los demás actos. Que sí podemos, y debemos, aspirar a tener sistemas judiciales independientes con sus propias jerarquías que serán inquisitivas pero imparciales.

Pero ellos ya hicieron su parte. Ellos ya nos dieron las armas, que es la información respaldada por un dictamen judicial hecho por una corte independiente. Ahora nos toca hacer la nuestra. Nos toca el pedir, con la cabeza en alto, que en Honduras también se haga justicia. No se si la meta debería ser pedir de Casa Presidencial una renuncia. No creo esa sea la salida a nuestros problemas.

Nuestra meta debería ser algo que nos deje un legado más permanente. Un legado de instituciones fuertes y ejemplares. Nosotros ya pudimos ver que es lo que significa que un sistema judicial haga su trabajo. Debemos de exigir que el nuestro se comporte igual.

Pero no hay que parar ahí. No hay que conformarse con exigencias a un sistema judicial más fortalecido. Hay que exigir diputados honorables. Exigir que legislen para la ciudadanía que los eligió de entre muchos para tomar decisiones que nos favorezcan en el corto y largo plazo.

No se puede esperar que estas cosas lleguen por sí solas. En 40 años de democracia no han llegado más que unos cuantos con esta meta, pero ahora nosotros, una generación en su mayoría llena de esperanza y de anhelos positivos, tiene la capacidad y obligación como ciudadanos, de hacer cumplir este reto.

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Victor Reyes es enlace y escritor para El Milenio, tiene 20 años y estudia Derecho en la Universidad de San Pedro Sula (USAP).

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