Este ha sido un tema cuyo auge se ha dado en los últimos tiempos en el ámbito político de nuestro país, desde el proyecto presentado por el Partido Libertad y Refundación, el tema tomó una especie de popularidad en las mesas de debates de distintos medios nacionales, pero que siempre ha estado dentro de la mente de muchas personas y que en realidad es un tema de mucha importancia y que puede marcar un nuevo rumbo; ya sea positivo o negativo en nuestro desarrollo como nación.
La Constitución de la República de 1892 emitida por el decreto legislativo 131-82 y publicada en el Diario Oficial “La Gaceta” el 20 de Enero del mismo año, y que actualmente rige nuestro ordenamiento jurídico, fue un proyecto que llegó a apagar el incendio que había causado en la esfera nacional los reiterados derrocamientos militares y la inestabilidad de gobernanza de esta época.
Es la misma constitución la que le da un cambio radical paulatino a la realidad de esa época y que le otorga de nuevo el goce de un “Estado de Derecho” a Honduras bajo principios como la democracia o la independencia de los poderes.
Pero ese incendio dejó brasas que hoy son parte de la realidad de nuestra nación y es que 36 años después de esa Asamblea Nacional Constituyente Derivada integrada por diputados que emitió nuestra constitución actual; Honduras vive un periodo de oscuridad en la que se vislumbra una ruptura de orden político, una ruptura de orden institucional y una ruptura de orden social que pueden llegar a causar otro incendio que todos los hondureños tememos no podamos apagar.
Estamos frente a un país, desorganizado y que parece no tener un rumbo definido. Esto es producto de reiteradas violaciones y el poco respeto a la ley, a veces, obedeciendo a los sectores políticos antes que la adecuada aplicación de la misma.
Como lo ha manifestado en reiteradas ocasiones la Catedrática de la Facultades de Ciencias Jurídicas de la UNAH, Lic. Ana Pineda: “Nuestra constitución ha sido víctima de reiteradas mutaciones constitucionales y una desnaturalización de texto originario”.
Esta desnaturalización es producto no solo de violaciones o mutaciones constitucionales hechas por la infinidad de reformas del mismo texto, aquí también entra en escena un legislador de forma negativa, como lo ha sido la Corte Suprema de Justicia a través de Sala de lo Constitucional que mediante sus resoluciones ha modificado el texto constitucional.
De esta manera nos damos cuenta si verdaderamente es necesaria una nueva constitución que realmente cumpla las expectativas y demandas actuales como nación.
Para llevar a cabo este proceso es necesaria mucha concientización a la población, que nuestra sociedad entienda la magnitud de lo que significa llevar a cabo este proceso de fundación de un nuevo orden constitucional.
Es inminente la voluntad política, que las distintas corrientes aseguren velar por un proceso, que tenga como finalidad el bienestar de una sociedad que grita desesperadamente por aires de cambio.
Y es que, en efecto, la fundación de un nuevo texto constitucional que sea producto de una Asamblea Nacional Constituyente Originaria por representantes de cada uno de los sectores de nuestro país que obedezcan las demandas y aspiraciones de los mismos que este conformada por representantes que tengan la preparación, valentía, la convicción de alzar su voz para formar un verdadero “pacto social” que fortalezca la institucionalidad, la completa independencia de poderes, la adecuada organización del poder y la integración del bienestar del ser humano como la base del estado, a través de los derechos y libertades fundamentales de los mismos.
Pero sobre todo, empleando mecanismos que garanticen la defensa y respeto de la ley, es la ruta en la cual Honduras podría ir, paso a paso, forjando los cimientos de un verdadero cambio que logre llevarnos a un mejor desarrollo como país y mejorar la calidad de vida de cada uno de sus habitantes.
Solamente obedeciendo estos parámetros podríamos encontrar la luz en este oscuro camino que es la realidad nacional, es por eso el llamado a la juventud que debe tomar el papel crucial dentro del cambio.
Nos corresponde como jóvenes involucrarnos, informarnos y manifestarnos sobre aquellas propuestas que se encuentren en el marco nacional para solucionar los conflictos sociales que evitan el progreso y la sana convivencia en nuestra amada patria.
José Carlos Perdomo Mejía forma parte del equipo de colaboradores para El Milenio, con tan sólo 20 años de edad José vive en Santa Ana, Honduras. Finalizó su Bachillerato en el colegio Católico Emiliani. Es estudiante de la carrera de Derecho y su objetivo es servir a su sociedad defendiendo los derechos de las personas mas necesitadas y servir a su patria bajo principios de honestidad, profesionalismo, justicia y equidad junto a otros colegas; para aportar en el desarrollo nacional y en la erradicación de la impunidad y la injusticia.