Durante las últimas décadas de la existencia humana, el individuo parece estar decayendo gradualmente en una lúgubre miseria de corazón y en la simplicidad de conciencia.
Nuestra sociedad cada vez parece ser más materialista que el día anterior, y los gestos de dadivosidad y generosidad comienzan, sino es que ya están, a entrar en peligro de extinción. Una cultura consumista, concentrada en tan solo llenar sus propias bolsas, inunda lo que algún día fue un valle de buenos principios y actos solidarios. Sin embargo, no se percata que es tan solo con cosas materiales que llena la bolsa de la vida, y no con bienes espirituales de mayor valor que impactan más que una simple moneda de plata.
Vinimos al mundo sin nada, y sin nada partimos de el.
Sentemonos a reflexionar en lo que hemos aportado a nuestro alrededor inmediato y, de manera franca y concisa, juzguemos si ha sido suficiente. Dejemos a un lado nuestro apego por lo que se quiebra o se rompe y extendamos una mano de ayuda a aquel que la necesita, porque para él que lo tiene todo poco es nada, pero para el que nada tiene, poco es todo.
En lo corta que ha sido mi vida, si hay algo que puedo confirmar, es que más satisfacción trae dar que recibir. Empecemos el cambio de lo que criticamos en nosotros mismos.
Seamos nosotros los primero en extender la mano que exigimos sea extendida. Aprendamos que si de sobra tenemos, a muchos le debemos.
Ahí, en la cercanía de tus ojos, justo afuera de la transparencia de un cristal, en las afueras de la burbuja de la desigualdad, hay alguien como tu, con dos ojos, una nariz y una boca, gritando silenciosamente por el pan de cada dia, por el agua de su sed, por la esperanza en su vida.
Qué sé yo si el que lee cree, pero en las escrituras sagradas, en simples palabras, nos enseña que “más bienaventurado es dar que recibir”.
Emilio Pérez ha formado parte de diversos grupos que buscan la interconexión en los asuntos mundiales. El joven considera que a través de palabras se puede hacer historia, y que mediante nuestras reflexiones, podemos ejecutar cambios significativos en nuestros país. Como ciudadano Hondureño, ha desarrollado un fuerte vínculo con sus tierra natales y constantemente hace énfasis en la importancia que porta cada individuo para construir una mejor patria. Busca estudiar ingeniería eléctrica en las afueras del país y vive con la ilusión de algún día regresar y devolverle a su nación todo lo que le ha dado.