Tiempo de lectura: 3 minutos

Vivimos en este bello mundo junto con siete mil setecientos millones de personas, las oportunidades abundan y cada uno de nosotros tiene algún privilegio. Sin embargo, somos tan solo nueve millones quinientos ochenta y dos mil quinientos veintidós los que tenemos la dicha y el orgullo de poder decir “soy catracho”. 

Pero tenemos un problema, muchas veces no nos damos cuenta de lo afortunados que somos de ser hondureños y nos enfocamos demasiado en las fallas y no en las bellezas. Estas palabras que hoy plasmo en este papel son tan solo para abrirle los ojos a aquellos que aun no lo han hecho y demostrarles que en el lodo que ellos ven, hay un diamante más reluciente y más brillante que cualquier piedra preciosa jamás antes vista.

 La república de Honduras, libre, soberana e independiente desde  1821, el 1 de septiembre celebra el día la bandera, que con sus dos franjas azules y una franja blanca en medio colocadas horizontalmente, con un grupo de cinco estrellas azules, de cinco ángulos salientes en el centro del campo blanco, ha servido como refugio para cada hondureño durante las noches frías, o como el símbolo de orgullo cuando salimos de nuestras fronteras a poner a nuestra patria en alto. 

Esta ocasión sirve también como un recordatorio que cada hondureño que goza de las bellezas de nuestra tierra también cuenta con el deber de engrandecer la nación, de devolverle con amor todo lo que nos ha dado. No venimos a este mundo a tan solo a recibir las bondades de nuestra patria, no nacimos en Honduras para arrebatarle su hermosura.

Nacimos en estas tierras para dejarlas mejor que como las encontramos, nacimos en estas tierras para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos tengan un hogar que los regocije de honor y grandeza. 

Dejemos ya de esperar el cambio por políticos. Seamos nosotros, los ciudadanos íntegros y conscientes, los que ejecuten las grandes transformaciones en nuestro país. 

Seamos nosotros, los jóvenes ambiciosos y optimistas, los que cada día nos despertamos con hambre de conocimiento y educación.

Seamos nosotros, los emprendedores infatigables y entusiastas, los que obremos con el bien y por el bien.

Seamos nosotros, los campesinos diligentes y cumplidores, los que trabajemos nuestras tierras con aprecio y devoción.

El poder reside en nuestras manos, las del catracho tenaz e incansable, de hacer de este país un lugar benigno para todos, un lugar que repose en un pedestal de respeto y admiración. Porque debemos servir de ejemplo para el mundo, que ser pequeños no es sinónimo de ser mediocres.

Somos un diamante en bruto, pero con el esfuerzo de todos, somos el diamante más reluciente y brillante que antes mencione. Vaya hermosa nuestra patria azulada y vaya dicha la de nosotros por poderla llamarla hogar.


+ posts

Emilio Pérez ha formado parte de diversos grupos que buscan la interconexión en los asuntos mundiales. El joven considera que a través de palabras se puede hacer historia, y que mediante nuestras reflexiones, podemos ejecutar cambios significativos en nuestros país. Como ciudadano Hondureño, ha desarrollado un fuerte vínculo con sus tierra natales y constantemente hace énfasis en la importancia que porta cada individuo para construir una mejor patria. Busca estudiar ingeniería eléctrica en las afueras del país y vive con la ilusión de algún día regresar y devolverle a su nación todo lo que le ha dado.

Emilio Perez
Emilio Perez

Emilio Pérez ha formado parte de diversos grupos que buscan la interconexión en los asuntos mundiales. El joven considera que a través de palabras se puede hacer historia, y que mediante nuestras reflexiones, podemos ejecutar cambios significativos en nuestros país. Como ciudadano Hondureño, ha desarrollado un fuerte vínculo con sus tierra natales y constantemente hace énfasis en la importancia que porta cada individuo para construir una mejor patria. Busca estudiar ingeniería eléctrica en las afueras del país y vive con la ilusión de algún día regresar y devolverle a su nación todo lo que le ha dado.

Articles: 2