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Una melodía de un músico perdido sonaba en la más alta colina de la tierra. Todos en el pueblo intentaban escucharlo en la tarde, después de un día de trabajo, cansancio, estrés y dolor. El músico, siempre inspirado, regalaba a todos aquellos que lo merecían una canción para olvidarse de todo mal por un rato.

Las notas sonaban cada vez más lentas y tristes, haciéndoles saber a todos los que atentamente escuchaban que se acabaría pronto. 

Aquel músico era muy reconocido en su tierra, pero nadie lograba alcanzarlo, y cuando alguien se acercaba, él desaparecía, dejando en el camino su melodía.

Nunca nadie entendió de dónde provenía; pero fuese quien fuese, hacía muy feliz a quienes lo escuchaban.

Un día, cuando todos estaban listos en sus casas para escucharlo, la música simplemente no sonó.

Y algo en el interior de la gente empezó a surgir. Entre lágrimas y caras tristes, se preguntaban qué es lo que sucedía.

Después de unos días, la gente no se sentía igual y entendieron que algo estaba pasando.

Una enfermedad mortal se expandía por todo el pueblo, mucha gente moría y nadie sabía qué hacer. Luego de un tiempo, todo el pueblo estaba infectado.

Sabiendo que morirían pronto, decidieron entre todos hacer un último acto, que fue tocar una canción.

Cada quien llevó el instrumento que sabía tocar, y el que no sabía, acompañaba a sonar las campanas de la ciudad.

Mientras el sol caía, el acto dio comienzo.

Empezaron los instrumentos a tocar su melodía y acompañados por el ocaso, siguieron tocando, cada vez más lento porque algo más se necesitaba.

Justo en el último momento, algo sonó desde la lejanía.

Un piano acompañaba el concierto, dando aquello que se necesitaba; era el músico que había vuelto.

Y fue así como aquel concierto comenzó a hacerse más fuerte. Lágrimas de felicidad corrían por los rostros de la gente, las familias se abrazaban, y los niños corrían por doquier. Era sin duda el momento más feliz que los allí presentes habían vivido.

Siguieron tocando hasta que la noche los apagó y todos volvieron a sus casas; aquellas personas sintiéndose mucho mejor, libres de su enfermedad.

El músico tomó sus cosas y se marchó a un lugar muy lejos de ahí, a un campo más lleno de él, o quizás solo dejó la tempestad del momento.

“Un viejo encanto del tiempo” habla de lo que día a día vivíamos, el egoísmo y la envidia que vive y arde en nuestro país. Habla de que pocos llegamos a una multitud a dar amor y armonía a está. Normalmente pasan los días y pocos nos damos cuenta de lo mal que estamos, y el Viejo encanto es un amor que ya pocos tenemos.

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