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El éxodo masivo de hondureños hacia tierras norteamericanas es un fenómeno cada vez más evidente e imposible de ignorar. Las caravanas de migrantes son unos de los indicadores más claros que Honduras se ha consolidado como un estado fallido. El poco desarrollo económico, los escándalos de corrupción y la creciente tasa de criminalidad son las principales razones por las que un hondureño se despide de su tierra, aspirando a brindar una mejor calidad de vida y oportunidades para su familia.

Es alarmante la poca atención que se le ha dado a esta crisis migratoria que expone a miles de hondureños a situaciones peligrosas y muchas veces mortales. La falta de un plan de desarrollo social y económico por parte del gobierno refleja el poco interés en tratar de solucionar el problema. Cansados de promesas vacías, nuestros compatriotas se comprometen a viajar en caravanas, en busca de oportunidades laborales y de dejar atrás a uno de los países más violentos del mundo.

Honduras se ha vuelto una tierra infértil para cosechar sueños y metas para la mayoría de las personas expuestas a las zonas de riesgo del país. Son muchos los valientes que emprenden hacia el norte para generar ingresos en tierras foráneas, para abonar los sueños de los que han dejado atrás. La pobreza y mano de obra barata se han vuelto los mayores productos de exportación de nuestro país. Son las remesas enviadas por estos compatriotas que sostienen gran parte de nuestra economía nacional y ha evitado que el Lempira se desplome aún más ante el Dólar.

La opción de emigrar se vuelve cada vez más latente para las personas que viven expuestos en zonas de riesgo y son vulnerables a los problemas sociopolíticos del país. Como dijo Eduardo Galeano una vez: “La justicia es como las serpientes, solo muerden a los descalzos”. Esta es una realidad palpable que deja en evidencia el deplorable estado de derecho en Honduras. El tráfico de influencias e impunidad mantienen en el poder a altos funcionarios del gobierno que han sido señalados por actos de narcotráfico a gran escala e impide un progreso social para el país.

Una creciente tasa de criminalidad es lo que implica manejar el país como un cartel. La falta de oportunidades convence a muchos en participar en el crimen organizado para poder subsistir, cada vez son más los jóvenes que abandonan las escuelas para unirse a pandillas que los encaminan al narcotráfico. Las noticias locales han perdido el tacto al momento de cubrir noticias de crímenes mortales debido a la normalización de estas barbaries.

La peor desdicha que puede sangrar a Honduras es ver a sus hijos partir para cumplir sus sueños en otro país. La falta de oportunidades y desarrollo se encargan de truncar las aspiraciones de nuestros compatriotas y los dejan con dos opciones: delinquir para sobrevivir o huir del país. No existen las palabras que describan y hagan justicia a los desafíos que un migrante enfrenta en este viaje sin garantías, a pesar de eso, existen bastantes motivos por emprender esta odisea y cada vez menos motivos para quedarse.

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Un joven Licenciado en Finanzas comprometido a traer un cambio positivo para el pais.

Miguel Canahuati
Miguel Canahuati

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