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Al analizar el contexto social producto del reciente acontecer político-electoral, es propio que todos los hondureños nos sumemos a realizar una profunda reflexión de los destinos del país y la visión que tenemos de y para el mismo. Igualmente, es oportuno que pensemos  en nuestro valor como ciudadanos y en las formas en que podemos generar cambios necesarios en nuestro entorno, para pasar de ser personas negativamente-críticas a través de insultos e injurias en redes sociales y detrás de una pantalla, a ser agentes de cambio que impulsan y desarrollan proyectos inclusivos y enfocados al progreso integral de los ambientes en los que nos desenvolvemos. Esto con el fin de formar nuevamente una gran familia hondureña de la cual todos nos sintamos orgullosos y en la cual todos trabajemos por hacerla crecer y  alcanzar lo que sabemos que nos merecemos.

        Este llamado va dirigido principalmente a la juventud hondureña, a todos nosotros que estimamos este bello país y luchamos porque Honduras sea lo mejor dentro de sus capacidades, aprovechando al máximo el potencial de sus recursos naturales y el recurso humano con el que Dios generosamente nos ha bendecido. Pero,  para ejecutar esta actitud es de suma importancia que nos sintamos parte de: nuestro país, nuestra cultura, nuestras universidades, nuestros espacios laborales o de cualquier ambiente en el que nos encontremos. Porque al involucrarnos y tener un sentido de pertenencia o un sentimiento de vinculación, no solo sabremos las fortalezas y las necesidades que cada uno de estos ambientes tiene, pero de igual manera, sentiremos el compromiso de plantear y ejecutar proyectos con los cuales podremos satisfacer esas necesidades y llenar esos vacios o carencias que tanto nos incomodan.

        Nosotros los jóvenes contamos con la fuerza y la ingenuidad que nuestros antecesores en su momento tuvieron y con el transcurrir de los años han ido perdiendo. Este segundo elemento más que una debilidad, se le debe ver como una fortaleza que nos elimina una cantidad de barreras y que nos permite ver más allá y soñar con mayor profundidad acerca de lo que podemos alcanzar como país. Es de interés nacional que la juventud tome un rol protagónico en un presente que necesita de nuevas ideas y mayor beligerancia en la ejecución de las mismas. Por lo que el llamado es para que dejemos por un lado la apatía y la indiferencia que ha caracterizado a esta generación de jóvenes que pide desmedidamente y necesita retribuir de la misma manera.

        Según datos oficiales del Registro Nacional de las Personas (RNP) , la población de jóvenes nacidos entre los años 1996 y 1999 es de alrededor de 879, 719 personas que hoy ya tienen el estatus de ciudadanos. Cifra que debe servir como incentivo para que los que nos encontramos dentro de ese intervalo, tomemos cartas en el asunto en todos los temas que nos afectan directa o indirectamente. Dada la gran cantidad de jóvenes que formamos parte de ese grupo, deberíamos de tener un enorme impacto en todo aquello que nos propongamos hacer en el proceso de desarrollo de nuestra amada nación.

        Para finalizar, es importante que elevemos nuestros niveles de conciencia social, indistintamente de la edad en que nos encontremos. Sin embargo, es necesario que la juventud dados los factores externos con los que hoy en día cuenta, tome la determinación de formar parte del cambio. Ese cambio del que tanto se habla y del cual falta mucho por hacer. Y tal como lo dijo el expresidente Estadounidense, Abraham Lincoln, “La mejor forma de predecir el futuro es crearlo.”

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José Fernando Pacheco es enlace y escritor para El Milenio, tiene 20 años y actualmente estudia Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Jose Fernando Pacheco
Jose Fernando Pacheco

José Fernando Pacheco es enlace y escritor para El Milenio, tiene 20 años y actualmente estudia Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

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