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Unos 128 hondureños emigran diariamente hacia los Estados Unidos según cifras del Observatorio Consular y migratorio del país, ellos con nada más que una mudada puesta y una maleta cargada de ilusiones y sueños. Se acompañan en este camino de la tristeza y desesperanza por dejar a familiares y amigos en este suelo al que llamamos Honduras. Dicha cifra hasta el viernes pasado era la regla general, pero como dice un popular adagio “las reglas están para romperse” y la noticia con la que despertamos ese día fue un éxodo masivo de compatriotas listos para partir hacia una “vida mejor”.

Esta peregrinación de hondureños alentados por la pobreza, desempleo, inseguridad, entre otros factores que nutren este fenómeno de la emigración no es más que el resultado de un país con una política económica fallida a todas luces; donde el asalto a los bolsillos de los hondureños está a la orden del día. Por ejemplo, en “aumentazos” al combustible. Como ya sabemos “si sube la gasolina, sube todo” por ende se dispara el precio de la canasta básica, luz eléctrica y el costo del transporte.

En Honduras se ha vuelto una labor heroica poder pagar de forma simultánea la energía eléctrica, el gas LPG y demás servicios públicos necesarios para garantizar una vida digna. Existen familias en nuestro país que viven con menos de un dólar al día y suponiendo que pudieran lograran ganar eso, únicamente cuentan con 24.01 lempiras para poder cubrir todas las necesidades que se presentan en el día. Es ilógico pensar que una persona pueda hacerse con los tres tiempos de comida a los que todos, sin excepción alguna, deberíamos tener acceso y peor aún proveer el sustento diario a sus familias.

Recuerdo en una ocasión al catedrático de derecho laboral preguntar– ¿Cuál es la primera fuente de ingreso del país? Las respuestas variaron entre la exportación de banano, café y caña de azúcar. Para sorpresa de todos su respuesta fue “las remesas”, estas que en lo que va del año han dejado 3 mil 509 millones de dólares al estado hondureño, pero a un muy alto costo en el que se traduce la desintegración familiar, exposición al crimen organizado y desplazamientos forzosos. Únicamente para que el malogrado gobierno se jacte de un progreso económico intangible e ilusorio.

Algunos han manifestado que esta caravana de inmigrantes tiene tinte político, que se ha sido organizada con la idea de sonsacar a nuestros hermanos hondureños a cambio de una remuneración económica. Este argumento lo único que pretende es tapar el sol con un dedo ante la realidad de problemas que vive el país. En la que no se necesitan cuatro dedos de frente para verlos, pero parece que algunos solo los utilizan para gritar una consigna de un determinado partido político.

Se debe de entender que las salidas a los problemas sociales son políticas, pero para eso es necesario que la clase política se despoje de sus intereses personales mas profundos y poner en primer lugar el bienestar social de nuestra Honduras. Una tarea difícil pero que ante esta crisis humanitaria que atravesamos podría convertirse en nuestro punto de inflexión.

Una situación sumamente complicada le espera a esta caravana de inmigrantes ante las ya robustas políticas migratorias trazadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de las cuales no pretende claudicar entendiendo que a la vuelta de la esquina están las elecciones de mitad de periodo. Las encuestas lo hacen perder el control del senado, aferrándose a que el camino trazado hará revertir los resultados de estas mediciones el día de la elección.

Solo resta apelar por la tranquilidad de nuestros catrachos en esta difícil travesía hacia el tan anhelado sueño americano y esperar que logren su objetivo para alcanzar las oportunidades que no pudieron tener en esta tierra, y ¿por qué no? Verlos regresar a una Honduras con un rostro renovado, donde existan oportunidades de empleo sin limitación alguna y puedan darse ese deseado abrazo de reencuentro con sus seres queridos.

Concluyo con la idea que nadie se va de su patria porque quiere, si no, porque las circunstancias los han orillado a tomar ese camino. Ellos se marchan dejando las preguntas sobre la mesa: ¿En qué momento llegamos a esta situación ?  ¿Cuándo dejamos que los políticos se robaran los sueños e ilusiones de nuestra gente? ¿Que estamos haciendo mal como gobierno y sociedad? El día que las podamos responder de forma critica y objetiva, ese día Honduras empezara a cambiar.

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José Ángel Zúñiga Díaz, veintiún años, actualmente cursa su cuarto año de Derecho en la UNAH. Desde muy joven nació en él un interés genuino por la realidad social del país la cual se presta para poder realizar una abierta crítica que para José no ha de pasar desapercibida. A pesar de su corta edad José se ha convertido en un crítico de la corrupción e impunidad; de pensamiento libre y desinteresado, desconociendo de ideales políticos trabaja por desnudar realidades invisibles pero existentes. Su sueño de convertirse en abogado viaja más allá para construir desde las menores escalas una Honduras digna, razón por la que este año emprende un nuevo proyecto académico, formando un movimiento estudiantil denominado VOS.

Jose Angel Zuniga Diaz
Jose Angel Zuniga Diaz

José Ángel Zúñiga Díaz, veintiún años, actualmente cursa su cuarto año de Derecho en la UNAH. Desde muy joven nació en él un interés genuino por la realidad social del país la cual se presta para poder realizar una abierta crítica que para José no ha de pasar desapercibida. A pesar de su corta edad José se ha convertido en un crítico de la corrupción e impunidad; de pensamiento libre y desinteresado, desconociendo de ideales políticos trabaja por desnudar realidades invisibles pero existentes. Su sueño de convertirse en abogado viaja más allá para construir desde las menores escalas una Honduras digna, razón por la que este año emprende un nuevo proyecto académico, formando un movimiento estudiantil denominado VOS.

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