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Honduras, país ubicado en el corazón de América, habitado por personas nobles y trabajadoras, que se ven en la obligación de buscar nuevos horizontes para garantizarse un futuro estable, donde su desarrollo como persona de forma íntegra no sea un privilegio, porque no todos lo poseen, sino una realidad evidente, donde se promulgue  la igualdad y la existencia de vías de apremio para el fiel cumplimiento de las normativas que nos protegen a todos.

La migración silenciosa de Honduras comenzó a finales de la década de los 90´a causa del huracán Mitch.

El presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, realizó una visita a Honduras y comprobó que fue el país con más daños de la región. Se tenían aires de esperanza y fe, donde se pensó que EE.UU. reconstruiría nuestra amada nación.

Otra de las más notables acciones fue la habilitación  para el ingreso de personas provenientes de la región, con el objetivo de establecerse sin el carácter de permanencia, para trabajar.

Esta migración masiva que comenzó en 1998 ha llegado hasta nuestros días, se registra que alrededor de 1.4 millones de hondureños residen en EE.UU  y 300,000 en Canadá, España e Italia, todos ellos constituyen el 14% de la población total de Honduras. “En términos alegóricos, ellos forman el departamento número 19 de Honduras”  (Ricardo Puerta, Realidades en la migración hondureña internacional).

Honduras en pleno 2018 es un país con ingresos medio-bajo  que se enfrenta a desafíos significativos. Cerca del 66% de la población vive en pobreza, en zonas rurales, uno (1) de cada cinco (5) hondureños vive en pobreza extrema.

Presentamos los más altos niveles de desigualdad económica en Latinoamérica. Junto con El Salvador y Guatemala  nos encontramos dentro del triángulo norte característico por las altas tasas de homicidio e impunidad; para nuestro caso particular, la tasa de homicidios es de 43.6 por cada 100 mil habitantes.

Hablar de la tasa de desempleo en Honduras, que corresponde a un 6.7% considerada posible causal de la migración masiva que ha suscitado en estos últimos años, y en principal el hito que marcó la migración de más de 2000 hermanos hondureños.

La tasa de desempleo en Costa Rica es de 10.3%, en base a comparación, no es la falta de trabajo lo que provocó este éxodo; es la remuneración del mismo, que el salario percibido no es proporcional a los gastos de las personas, que los servicios públicos aparte de ser ineficientes tienen costos elevados por el incremento de impuestos por parte del gobierno, que la “canasta básica” se convirtió en un lujo porque la adquisición de tales productos no está al alcance de las personas; el “per cápita”, que se refiere al ingreso anual promedio de las personas… refleja que los hondureños recibimos en promedio 2,480.13 dólares al año, mientras en Costa Rica es de 11,630.67 y en EE.UU es un promedio de 38,000 dólares.

Vemos allí que nuestros problemas yacen en la manera que se administran los recursos que tenemos y cómo están distribuidos. El 70% de la riqueza en Honduras esta conglomerado en un 20% de la población; el resto solo tratamos de “sobrevivir”. Esto nos lleva a reconocer que la estratificación social siempre existirá, pero entre más diferenciada se encuentre una de otra, más provocará vulneración en nuestra sociedad, tales como ser; delincuencia, impunidad, aplicación desproporcional de la ley, corrupción, analfabetismo y pobreza.

En algo tiene razón nuestro Presidente Juan Orlando Hernández. En la existencia de dos (2)  Honduras, dos (2) diferentes tipos de pobreza, la “Honduras de allá” corresponde a nuestra área rural, y lo que demuestra son datos alarmantes, cuatro (4) de cada cinco (5) analfabetas son de esta zona, por ende presentan la mayor tasa de analfabetismo con un 18.8%.

Alrededor de un 66.7% de esta población vive en pobreza y el 52.4% del mismo porcentaje en pobreza extrema. La “Honduras de acá”, nuestras zonas urbanas que demográficamente se encuentran sobrepobladas, presenta problemas de delincuencia, narcomenudeo, inseguridad y desempleo. Sumemos a todo esto la inestabilidad política, la falta de institucionalidad y las acciones que toma el gobierno a través de sus diferentes dependencias, no dan abasto a la población.  

Y se preguntan cuál fue la razón para emigrar de Honduras… Los medios de comunicación que cuyos objetivos incluyen retar al gobierno, cuestionar sus acciones, promulgar el bienestar social, dar críticas constructivas, sabemos que en la realidad no se muestran así. Han dicho que tal emigración es “cuestión de política” por la concurrencia de diversos líderes políticos. Otros señalan que son personas pertenecientes a maras y pandillas. Lo único que yo visualizo allí son personas que tienen hambre, frío y ante todo esperanzas de poder alcanzar un mejor futuro, donde puedan acceder a un pago justo por su trabajo, contar con una vivienda digna, acceso a todos los servicios públicos, acceso al agua como un derecho humano y una necesidad, y todo esto para garantizar el reconocimiento  de su integridad y dignidad personal, para que puedan salir a las calles sin el temor de no poder volver, que le puedan dar a sus hijos buena educación, que puedan brindarles a sus padres una vejez tranquila, y extender la mano a un hermano para que juntos construyan el futuro que anhelan.

La migración no debe ser solo vista como un problema, sino también como una posibilidad de desarrollo, ya que el resultado directo del mismo es la “remesa” y es el sustento de la economía hondureña, y se posiciona como segunda fuente de ingresos de la población. Ese dinero en un 80% es destinado para alimentación y vestuario, un 5% para educación y el resto para ahorro e inversión.

La solución en su eje central se encuentra en fomentar procesos de desarrollo rural más inclusivos y equitativos; en un fortalecimiento institucional para garantizar seguridad jurídica para el ingreso de inversión extranjera, el desarrollo de programas sociales que se enfaticen en la eliminación de la pobreza; en la implementación de un modelo regional para la erradicación de las emergencias en materia de seguridad, mermando así el narcotráfico, redes del crimen organizado, trata de personas;  depuración dentro de los diferentes órganos jurisdiccionales, como punto focal para la eliminación de la corrupción y por ende una aplicación equitativa de la ley. En materia de educación, se realice una mayor inversión en zonas no escolarizadas, y se realicen curriculares básica que cubran todas las necesidades de la zona.

Porque Honduras no es un espacio territorial, Honduras es una colectividad de personas dispuestas a luchar, una cultura con identidad, porque sabemos de dónde venimos y en principal hacia dónde vamos y por ello me enorgullezco de decir que Honduras está por el mundo entero.

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Sergio Enrique Mejía Garcia colaborador para El Milenio, es un joven estudiante de 20 años, que cursa la carrera de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). La capacidad de razonamiento y la explotación temprana de su intelecto la recibió becado en el Instituto Tecnológico Taular, acreedor de reconocimientos en declamación, debate y oratoria y especializándose en Derechos Humanos a través de la partición en el programa de Juicios Simulados "Moot Court", organizado por la facultad de Ciencias Jurídicas, desea especializarse en el área de Derecho Tributario y Fiscal, para servir al pueblo hondureño en mejorar el sistema publico fiscal.

Sergio Enrique Mejia
Sergio Enrique Mejia

Sergio Enrique Mejía Garcia colaborador para El Milenio, es un joven estudiante de 20 años, que cursa la carrera de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). La capacidad de razonamiento y la explotación temprana de su intelecto la recibió becado en el Instituto Tecnológico Taular, acreedor de reconocimientos en declamación, debate y oratoria y especializándose en Derechos Humanos a través de la partición en el programa de Juicios Simulados "Moot Court", organizado por la facultad de Ciencias Jurídicas, desea especializarse en el área de Derecho Tributario y Fiscal, para servir al pueblo hondureño en mejorar el sistema publico fiscal.

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