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Cuando se habla de la juventud, sabemos que no existe una definición universalmente aceptada del grupo de edad que comprende el concepto de juventud. Sin embargo, con fines estadísticos, las Naciones Unidas, sin perjuicio de cualquier otra definición hecha por los Estados miembros, definen a los jóvenes como aquellas personas de entre 15 y 24 años. En estas elecciones pasadas el 28 de noviembre de 2021, se estimaba que el voto de los jóvenes era del 48% del padrón electoral, dejando un gran peso en el voto juvenil. Siendo generaciones más conectadas, en estas elecciones seríamos los protagonistas a la hora de decidir el curso del corazón de América Central.

Sin voz, invisibilizados y olvidados durante las elecciones pasadas, especialmente las de 2017, sin oportunidades y mal llamados ‘niños’ o que no sabíamos nada, se logró ver en las urnas la cantidad de jóvenes en los centros para ejercer el sufragio por primera vez, también en algún cargo en las mesas para ayudar sin descanso.

Por motivos de pandemia, la mayor motivación se miraba en las redes sociales, miles de jóvenes rogando que el día que se celebraran las elecciones no dejaran que su voto se perdiera. De igual manera se podía percibir la determinación al momento de decir “no quiero que decidan por mí”. Pero ¿qué queremos los jóvenes? Sentirnos seguros. Nuestras infancias se desarrollaron durante la guerra contra el narcotráfico, corrupción, malversación de fondos, miles de personas desempleadas, mal manejo de las catástrofes naturales como Eta e Iota y miles de muertes en periodos de emergencia. De igual manera hay muchos jóvenes que no salieron a ejercer su voto por los comentarios como “van a quedar los que ellos quieren”, jóvenes van perdiendo la esperanza, tanto por vivir la situación en piel propia, como personas ya adultas que simplemente pierden la esperanza en la juventud y no esperan un cambio de esta.

Las generaciones van cambiando. Nos han repetido tantas veces que “son la generación del cambio” que dejaron de creerlo, hasta que se vio la intervención de la juventud en los centros de votación, al impulsar a sus familias, votar, ayudar en mesas y estando conscientes de la situación de Honduras. 

Como joven, al celebrar estas elecciones lo hice con gran entusiasmo, saber que mi voto, como el de miles de jóvenes, sería escuchado para no volver a ser callada. 

Soy lo que me enseñó mi padre
El que no quiere a su patria, no quiere a su madre
Soy América Latina
Un pueblo sin piernas, pero que camina, ¡oye!
(Calle 13, 2010, 56s)


Nota: Las palabras contenidas en el presente artículo representan exclusivamente la opinión de la autora. El Milenio es una organización no partidaria y sin afiliación ideológica.

Sofia Isabella Rodriguez
Sofia Isabella Rodriguez

Sofía Rodríguez tiene 19 años. Actualmente estudia Relaciones Internacionales en la UNICAH. Es una joven que busca servir a la comunidad con la finalidad de hacer un cambio en Honduras. Apasionada por su carrera, Sofía busca enorgullecer a su patria.

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