Y si nos ponemos a pensar…
Realmente el impacto mundial del COVID-19 es simplemente algo que va fuera de la comprensión humana, algo que no podemos controlar y está fuera de nuestras manos. Un pánico a nivel global, el cual ha traído muchas desgracias como la muerte y el miedo. Pero, el miedo y terror hacia el virus se propagó a una mayor velocidad que el mismo virus. Sin embargo, no todo es pánico, tratemos de ver el lado bueno de esta situación. ¿No te has preguntado, ahora que se siente como si fuera el fin de todo, qué te dieron ganas de empezar?
Retomar el libro que te propusiste leer a principios de año y ya han pasados 3 meses que no lo tocas y poco a poco, tomar los libros que tienes abandonados en tu mesa de noche, que solo están de decoración.
Pasar tiempo en familia, comer juntos, mientras intercambian risas y viejas anécdotas. Conocer la historia de cómo tus padres se conocieron.
Disfrutar cada gota del café que usualmente te tomas a la carrera cada mañana.
Conocer realmente a las personas que amas, cuáles son sus sueños, sus metas, qué les duele y qué les apasiona.
Darte un tiempo para ti mismo, para meditar, para ver lo esencial que podemos encontrar en el diario vivir.
Llamar a aquellas personas de las que nos hemos olvidado con el pasar del tiempo.
Adoptar aquel pasatiempo que tanto querías aprender, pero por falta de tiempo no lo hacías. Probar una nueva receta, tomar ese curso online, aprender un nuevo idioma.
Ver el cielo azul y respirar el aire fresco ya que la contaminación ha disminuido tras la paralización de la actividad productiva, cierres temporales de fábricas y suspensión de vuelos.
Detrás de cada tiempo difícil, hay luz, una lección esperando ser aprendida. No nos hemos unido por raza, sexo, color, nacionalidad o religión. Sino, por el bien de la humanidad, y hemos aprendido a valorarnos los unos con otros. Que el tiempo que nos consume el trabajo y encierra egoístamente en nosotros, se transforme en tiempo de calidad para limpiar nuestra mente y corazón. Agradecer lo que tenemos, lo que se fue y lo que está por venir. A organizar y priorizar lo que es realmente importante en nuestras vidas.
¿Y si este virus es realmente un empujón para nuestra evolución? ¿Estábamos verdaderamente conscientes de lo que estábamos haciendo con la madre naturaleza, nuestro entorno y con nosotros mismos? Es tiempo para un cambio, y todos lo sabíamos.
Y ese cambio ha llegado.
Lilian Ortega es una joven hondureña de 19 años, actualmente estudia la carrera de Administración Industrial y Negocios Internacionales. Cree firmemente que el cambio positivo de nuestro país, empieza en la superación personal de cada uno de los jóvenes hondureños.