Muy cierto es que hemos vivido en una época de incertidumbre y confusión, no solo en la atmósfera política si no que también en nuestro entorno social. Cuando hablamos de política, lo primero que se nos viene a la mente son los diferentes partidos políticos, los diferentes colores o los diferentes escándalos relacionados a sus correligionarios. Cuando en realidad al hablar de política, deberíamos de acordarnos cual es su verdadera esencia, que no es nada más que buscar el bien común de todas las personas de un país.
Exactamente para ese fin, cada cuatro años, el ciudadano deposita su voto de confianza en ciertas personas para que lleguen a esos puestos y busquen el bienestar de un país entero. Lastimosamente, nuestra clase política se ha encargado de distorsionarnos su verdadera esencia. Como lo describe Maquiavelo, en su libro El príncipe, existen aquellos quienes ven la cualidad de la política en el poder. Ahí nace el problema entre los que llegan a servir y los que llegan a servirse a sí mismos. Empiezan por desencadenarse las diferencias entre su misma clase política pero no conciben que sus repercusiones llegan más allá de su propio mundo político.
Es aquí donde se involucra a nuestra sociedad hondureña que se encuentra completamente polarizada por la situación política que se vive y respira actualmente en el país. Tanto adultos como jóvenes ciudadanos se fijan nada más que en las acciones de nuestras máximas autoridades. De aquí surge ese estado de confusión entre lo bueno y lo malo. Muchos llegan a pensar que vivimos en tiempos donde las leyes ya no imperan, donde la democracia es efímera sino inexistente y donde la juventud ha quedado marginada. Sin dejar a un lado la pérdida de valores, el respeto al prójimo y la gran desigualdad social que ha surgido en los últimos años solo conforman una pésima combinación para nuestros ciudadanos.
Un claro ejemplo de la situación social que se vive en el país se ve reflejada en los últimos incidentes que se han dado en los torneos de la liga profesional de futbol. Hechos que todos los hondureños conscientes lamentamos y sabemos que debemos de hacer algo para revertir dicha situación y que la solución no es simplemente gasear al pueblo.
Es por ello, que en calidad de ser la presente y futura generación del país debemos de aceptar un rol de ciudadanos conscientes y activos que trabajan por un mejor país día a día; ya sea estudiando, emprendiendo un negocio o involucrándonos en política para cambiar la imagen y el rumbo que tiene. Si no somos nosotros entonces ¿quiénes?
En Honduras, los jóvenes somos más y por eso debemos ser conscientes del poder de nuestra voz, de convertir nuestras ideas en acciones. Si queremos y creemos en una mejor Honduras, debemos de trabajar unidos y no divididos, olvidando colores y partidos, ideologías y creencias, todos remando por un mismo camino donde las oportunidades sobren y podamos convivir como lo que somos: hermanos hondureños.
Antonio Guillen es parte del equipo de colaboradores para el Milenio. A sus 22 años esta por culminar con la carrera de derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Al estar radicado en la capital del país le ha permitido vivir de cerca las situaciones políticas y sociales que se han dado en Honduras, lo que le permite tener un conocimiento amplio de la situación actual que se vive. Aspira a tener una mejor Honduras para todos y cree que el cambio positivo esta en los jóvenes.