“No es posible que una persona pensante viva en nuestra sociedad sin querer cambiarla”
-George Orwell
Si hoy te preguntaran “Háblame de tu amor por Honduras” ¿Qué dirías? Hoy en día es probable que muchos no puedan responder.
Como las baleadas de la siete calle, el restaurante histórico Sampedrano La Pamplona, la galería de Arte del Centro Cultural Sampedrano, Las grandes obras en el Teatro José Francisco Saybe, El Museo de Identidad Nacional, Los arboles de La Tigra, La vista de El Picacho, Los libros de Ramón Amaya Amador, la Música de Shirley Paz, las canciones de Guillermo Anderson, la Poesía de Clementina Suarez, Las pinturas de Pablo Zelaya Sierra, Las Caricaturas de Darío Banegas y Luis Chávez, y sin dejar de mencionar la clasificación de Honduras en los mundiales, cada hondureño tiene su propia lista y su propio pedazo del país colgado en el corazón, como una vacuna contra la desilusión.
Durante mucho tiempo ya, Honduras ha sido un país rentado por sus habitantes y pertenecido a líderes que han apañado la corrupción. Por eso pocos lo cuidan, pocos lo lavan, pocos lo limpian, pocos lo enceran, pocos piensan que es suyo, porque nunca nadie ha lavado un carro rentado. Porque quienes saben que Honduras es suyo no viven con el lujo del descuido, quienes han sufrido sus consecuencias sienten la imperiosa necesidad de salir y de salvarlo de sí mismo.
Honduras padece lo que Jorge Domínguez en un artículo de Foreign Affairs bautizo como la “Fracasomanía”, definiéndose este, como: el pesimismo persistente ante una realidad que parece inamovible; pero la politóloga Denisse Dresser conociendo la realidad de su país natal México y tomando en consideración que su panorama económico, social y político no esta para nada alejado del nuestro dijo: “Frente a todos los motivos para cerrar los ojos están todos los motivos para abrirlos, frente a todas las razones para perder la fe están todas las razones para recuperarlas”.
¿Cómo hemos sido? En Honduras, muchos viven con la mano extendida, esperando la próxima dadiva del próximo político, la “generosidad” del Estado, que conforme pasa el tiempo produce personas acostumbradas a recibir en vez de participar, a esperar en vez de proponer, a seguir en vez de liderar, y en el peor de los casos, a callar.
¿Qué estamos creando? Un país estancado, un país con educación de memorizar y no de cuestionar, ignorando cada día los retos que la globalización nos exige como ser una economía mas competitiva, un capitalismo mas dinámico, y una población mas educada, postergando año tras año las decisiones difíciles y las reformas dolorosas, mientras dormimos, la innovación marcha a pasos veloces y ese mundo solo pertenece a los que saben competir y quieren hacerlo.
¿Qué hacer? A partir de hoy, hagamos el compromiso de informarnos lo que sucede en nuestro país, sobretodo ser selectivos con los medios de comunicación que elegimos, a fomentar nuestra lectura y así entender que los libros son maestros poderosos que nos expondrán temas y realidades que no necesariamente forman parte del tema público. A partir de hoy, comprometámonos a sumarnos a movimientos que enriquezcan nuestra manera de pensar. A partir de hoy, comprometámonos a no botar basura en las calles, a hablar con respeto, a aprender a escuchar, a respetar las señales de tránsito y sobretodo reconocer que debo retribuir algo al país en el cual nací.
Como este articulo propone, las soluciones están aquí para instrumentarlas, las leyes están aquí para aplicarlas, y esto abarca las candidaturas ciudadanas, las rendiciones de cuentas y la construcción de una ciudadanía hondureña critica, exigente y participativa, debemos optimizar el optimismo de la voluntad frente al pesimismo de la realidad, necesitamos un optimismo perpetuo que sea multiplicador.
Admiremos y promovamos a todos esos hondureños que aportan desde sus áreas al desarrollo de Honduras, no a los quejosos, sino aquellos comprometidos, esos héroes y heroínas que desde el salón de clase en una escuela pública hasta el alto funcionario público que se mantiene en honestidad y transparencia, aunque le llegue a costar la vida.
Honduras es más que un territorio dividido en 18 departamentos, más que un país cinco estrellas, Es el País de UNO, nosotros la cambiamos diariamente si decidimos ser más que seguidores, ciudadanos pensantes y exigentes, Honduras es nuestra hoy y siempre.