Vivimos en un momento en el cual fuimos llamados a servir de maneras que no imaginábamos. Uno de ellas ha sido quedarnos en casa, por más loco que eso nos pareciera.
El mismo mundo que nos pide dejar nuestra huella en él, nos ha pedido que lo hagamos desde casa, pero… ¿cómo afrontan esto los corazones voluntarios? En especial en momentos vulnerables durante la pandemia, donde hay más personas que los necesitaban.
Es por esto que, poco a poco, encontraron las maneras para seguir ayudando; unos se organizaron y procuraron que a un comedor infantil no le faltarán viveres a pesar de la escasez, otros hasta encontraron la manera de cruzar el mar y llegar a los olvidados en el Golfo de Fonseca. Muchos de ellos nos dieron una lección de compromiso y resiliencia por medio del servicio; una muestra de esa llama que caracteriza a todo corazón voluntario.
Esa llama tiende a ir más allá de la razón, convirtiéndose en una fortaleza para afrontar todos los retos que se nos pusieran por delante. Además, probó la misma que, aún en los peores momentos, podíamos sacar lo mejor de nosotros.Así logramos que no solo las buenas noticias nos contagiaran, sino también, y sobretodo, la solidaridad.
Este fenómeno, este movimiento social, comenzó con una inquietud y un solo corazón voluntario. Sin embargo, eso es todo lo que se necesita para cambiar al mundo: un problema y un loco dispuesto a encontrarle solución; un loco que no sabe de riesgos ni temores, que solo actúa por causas y propósitos. El liderazgo sin función es solo un título y esos corazones voluntarios han salido los últimos días a recordárnoslo.
¿Por qué, entonces, no se les valora apropiadamente? ¿Por qué se les ha desfigurado y restado su propósito y significado en la sociedad? Es más, ¿qué nos dice esto sobre nuestra sociedad? Y sobre todo, ¿qué estamos dispuestos a aprender e imitar como país de todos estos héroes anónimos? Debemos reflexionar sobre estas incógnitas, ya que se nos aproxima una era de gran cambio, y lo que antes funcionaba (ayudar a los que lo necesitan solo en un momento concreto, sin actuar por el cambio a largo plazo), ahora no funcionará más.
Victor Hugo una vez exclamó: “A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad.” Solo espero que esa voluntad sea de cambio; que nuestra sociedad siga avanzando y que el ser voluntario sea la respuesta de aquí a unos años cuando les preguntemos a nuestros pequeños qué quieren ser de mayores. Así como podrían ser presidentes, astronautas ó doctores, también habrían… VOLUNTARIOS.
¡Porque vaya que los vamos a necesitar!
Rommel Xavier Flores, es un estudiante de medicina de la UNAH, emprendedor social y voluntario. Cuenta con amplia experiencia en dirección equipos y presidiado diversos proyectos sociales. En el 2018 da inicio al proyecto social Cerebro de Confianza, una iniciativa orientada a potenciar el talento voluntario; de la cual es el actual director y fundador, misma que le valió para ser el acreedor del premio nacional “Yo Emprendo” en el 2019 otorgado por Unitec y la International Youth Foundation, así mismo fellow de la Youth Action Net. Dentro de sus pasiones destaca el voluntariado como el centro de su vida, el liderazgo y el emprendimiento social como la mejor oportunidad de poder inspirar a otros actuar. Actualmente labora en el único hospital de especialidades pediátricas en Honduras, en donde también es voluntario desde el 2016 a la fecha.