Independicémonos de la Indiferencia
En nuestro primer editorial, este pequeño pero determinado grupo de jóvenes, que servimos como los facilitadores de esta plataforma de expresión para elevar conciencia social en nuestros compañeros y para aquellos que lideran nuestro país; buscamos resaltar la indiferencia que predomina en la juventud de nuestra sociedad.
Hace 197 años logramos una independencia estatal. Hoy, por este medio, hacemos un llamado a los jóvenes hondureños de independizarnos de algo de lo cual no nos gusta que nos acusen: la indiferencia.
En Honduras necesitamos independizarnos de varias cosas. Los jóvenes somos los primeros en criticar, pero muchas veces no nos gusta ser ni autocríticos, ni accionarios.
Quizás lo más difícil de ser joven y amante de tu país, es que bastante a menudo chocamos con esa barrera de poder- esa impotencia que nos restringe, que no nos permite lograr ese genuino cambio de sistema que verdaderamente buscamos.
Independicémonos de la indiferencia….
“¿Y vos crees que tus abuelos hablaban de política cuando tenían nuestra edad?” Qué frustrante escuchar esta frase cuando un joven se pone a hablar de política. ¿No han ponderado estos, que quizás si nuestros abuelos hubiesen hablado de política de jóvenes, tendríamos un país diferente?
He visto la decepción de los adultos cuando dicen que “hemos perdido una generación”. Debemos aprender de este arrepentimiento de aquellos que “no hablaron de política cuando eran jóvenes”, de los que no pensaban que “podían cambiar el mundo”. La generación adulta ha puesto la fe en nosotros.
Los errores ya se han cometido, y aunque muchos quieran vivir sumergidos en la negatividad del pasado, no hay otra alternativa más que trabajar el presente, para cosechar un futuro próspero.
Independicémonos de la indiferencia….
Y alcancemos la verdadera libertad que hace tanto proclamamos. La independencia no se exige una vez, se busca y se pelea cada día. Cada atentado contra la libertad y la soberanía y cada momento de restricción, se debe luchar como si fuera 1821. Al fin y al cabo, le ha hecho más daño a nuestra patria la corrupción, que la conquista. Cada lempira que nos roban es un pedazo de libertad que nos privan. Cada corrupto que queda impune nos cuesta más que un pedazo del oro que nos robaron.
Así mismo nos ha hecho más daño la violencia, cada hermano hondureño que perdemos en las calles es una cicatriz en nuestra historia. Ayer los que murieron por la primera independencia, murieron por una causa más grande que ellos. Hoy los que mueren por la indiferencia, mueren sin causa, sin razón.
No nos gusta que nos digan indiferentes, porque al ego no le gusta que lo confronten con la verdad. La comodidad de nuestras casas es motivo suficiente para quedarnos dentro de ellas. Mientras muchos tenemos una infinidad de oportunidades, otros se mueren de ganas por estudiar, por salir adelante, por ser alguien.
A nadie le gusta robar por naturaleza. A nadie le gusta matar por naturaleza. No es un tema de naturaleza, es un tema de oportunidad. Y mientras algunos no conocen, ni conocerán las oportunidades que otros tenemos, nosotros preferimos ser indiferentes.
Nos levantamos este 15 de septiembre como cualquier otro día, creemos conocer nuestra historia, pero es poco lo que entendemos. Si sintiéramos por lo menos una onza del dolor que nuestros próceres sintieron en la batalla por nuestra libertad, inundaríamos las calles con nuevos gritos de independencia.
Y es que hermanos hondureños, aquella declaración de independencia que redactó el sabio José Cecilio del Valle, aquella declaración ha sido ultrajada. No somos ni libres, ni soberanos, ni independientes. Mientras la indiferencia predomine en nuestra sociedad, de ninguna manera vamos a convivir en la paz y armonía que nuestros próceres creyeron darnos.
Esta es la realidad de nuestro país, y aquellos que quieran tallarnos de negativos y de críticos, aquellos son los que nos han visto el sol.
Independicémonos de la indiferencia….
Reconociendo la realidad es como identificaremos nuestros objetivos. Sin embargo, con esperanza, determinación y propuestas es como los alcanzamos. Imposible no motivarse con las palabras de un patriota como pocos. Nuestro “pobre marinero” no lo pudo haber dicho mejor:
“Para quererte el corazón mío no alcanza, pero esta luz multiplica la esperanza, y que la selva no combata al fuego sola, y que la espina se convierta en brassavola”
Guillermo Anderson nos recuerda que la espina ya esta. Sin embargo, depende de nosotros, los jóvenes, que se convierta en esa preciosa brassavola.
Comprometámonos a honrar nuestra patria. Trabajemos incansablemente para servirla. No seamos indiferentes a la hora de defenderla. Y trabajemos para un solo propósito: para el beneficio de todos.
Es hora de que los jóvenes digamos presente al llamado de convertir a Honduras. Es hora de que aquella frase que dice “Somos el futuro” se convierta en “Somos el presente”. Es hora de independizarnos de la indiferencia, de volver a ser libres, soberanos, e independientes. Es hora de alcanzar los sueños de nuestros próceres, y el buen destino de nuestra nación.
Equipo Editorial de El Milenio