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Honduras es uno entre tantos países caracterizado por mantener uno de los sistemas políticos más inestables de la región latinoamericana. En los últimos años, el modelo de gobernanza aplicado en la administración pública ha carecido del éxito necesario para posicionar al país en la esfera internacional. Aunado a lo anterior, la falta de liderazgo de quienes ostentan el poder ha conllevado a la pérdida de confianza en los titulares de los poderes públicos, quienes siguen poniendo en riesgo las bases de un Estado democrático y los principios del Estado de Derecho.  

Por tal razón, la demanda de la población es cada vez mayor, exigiendo un mejor actuar de los funcionarios públicos; es decir, mayor rendición de cuentas, transparencia en el ejercicio de sus cargos y la aplicación correcta de la justicia, que conlleve a legitimar la independencia de poderes y la consolidación de la seguridad jurídica en el país. Sin embargo, funcionarios y servidores públicos actúan en total desobediencia a la ley, haciendo caso omiso a las funciones y deberes que su cargo les confiere y careciendo de competencias profesionales para el desempeño del mismo.  

Lo anterior ha conllevado a generar estadios políticos fracasados, alejados del servicio a la comunidad, del progreso del país y acompañado de prácticas lesivas para la población. Esto ha provocado la pérdida de valores éticos y morales, en este contexto, la falta de probidad por parte de los funcionarios y servidores públicos. En el caso que nos ocupa, es vital recordar las palabras de Montesquieu, contenidas en su libro El espíritu de las leyes: “la corrupción de cada gobierno empieza casi siempre por la de sus principios”.

En situaciones de parálisis nacional, por ejemplo, las provocadas por pandemias, constituye, por tanto, un estado de excepcionalidad y a la vez, una oportunidad para nuestros gobernantes de reivindicarse y de mostrar su mayor capacidad de gestión, de confianza en su equipo y sobre todo de garantizar el goce y respeto de los derechos humanos y fundamentales de los cuales son titulares los ciudadanos de este país. No obstante, también es una oportunidad para demostrar confianza y transparencia en procesos de crisis, mostrando el lado más humano y competente a la vez. 

La situación se agrava cuando en tiempos de pandemia se aprovechan de la situación para cometer actos de corrupción mediante compras y contrataciones públicas, aun con conocimiento que existen vidas humanas de por medio. No es un secreto lo ineficaz que ha sido la gerencia administrativa de los fondos aprobados para contrarrestar y hacer frente a los efectos derivados del COVID-19. Pues el paso del tiempo ha demostrado los múltiples actos de corrupción cometidos por funcionarios públicos en este periodo de emergencia nacional, lo que ha provocado grandes perjuicios en el derecho a la salud, en la seguridad del personal médico y en los intereses patrimoniales del Estado.

Por otro lado, nos encontramos con la entrada en vigencia del Decreto Legislativo N° 130-2017, es decir, de un nuevo Código Penal que no respetó la técnica legislativa y que, además, reduce la penas (sin contar con programas preventivos y de rehabilitación integral) en los delitos contra la administración pública, el narcotráfico y la libertad sexual, dejando en indefensión a grupos vulnerables. Aunado a lo anterior, limita el derecho al espacio cívico; el cual constituye un pilar fundamental en los Estados democráticos.  

En consideración a lo anteriormente expuesto, según el Dr. Hugo Quiroga: “La corrupción sistémica organizada y reproducida desde redes institucionales atenta contra los principios y valores éticos de cualquier sociedad”; en este sentido, el Poder Legislativo también declinó en la práctica de sus valores éticos y en su responsabilidad de legislar de manera independiente y hegemónica a favor del pueblo hondureño y en total apego a su mandato constitucional.

En suma, es imperativo reconocer y reflexionar sobre el papel que están desarrollando los liderazgos del país, de preguntarnos si tenemos a las personas indicadas en las posiciones de alto mando y si somos conscientes del poder de nuestra voz y de nuestras decisiones. Preguntarnos si somos capaces de comprender la realidad de el país en que vivimos, la dirección a donde vamos y el futuro que queremos para nuestros hijos y amigos.

Vivimos tiempos difíciles y es una realidad que no puede ser ocultada; sin embargo, es necesario abordarla de la manera más responsable y consciente posible. La corrupción está acabando con el país, con su institucionalidad y por ende con su desarrollo. Actualmente, el Poder Legislativo y Judicial han sido absorbidos por el Poder Ejecutivo y se encuentran a su disposición para legitimar sus acciones, amparados en un poder decisionista, vertical y concentrado. 

Hoy, el desarrollo como seres humanos está en riesgo, miles de sueños han sido coartados y los nuestros pueden seguir el mismo camino, las ideas están perdiendo su valor y la capacidad de pensar y emitir juicios críticos ya no es un lujo que se pueden dar todos. La sumisión y dependencia son calificativos muy acertados en nuestros días, donde el miedo y la amenaza siempre están presentes… pero, renunciamos así de fácil al sueño de ver un país seguro, un país con oportunidades y competitivo a nivel internacional.

Para finalizar, les exhorto a que alcemos nuestra voz y que juntos hagamos eco del poder de nuestras fuerzas para transformar y cambiar el rumbo de esta nación, articulemos esfuerzos y trabajemos desde nuestros escenarios por la Honduras que queremos. No es momento de renunciar a nuestros sueños, sino de darle a nuestras ideas el poder que merecen; no es momento de quedarnos callados ante las injusticias, sino de llenarnos de valor y esperanza y luchar por nuestros ideales. Es momento de hacer las cosas bien, de actuar responsablemente para que así construyamos país un día a la vez.

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Soy originario de Linaca, Choluteca. Estudiante de Derecho por egresar de la UNAH. Fellow de la OEA, alumni del Instituto holandés para la Democracia Multipartidaria y Co-fundador del Movimiento VOS. Apasionado por la lectura, la investigación y el Derecho Internacional. Comprometido con Honduras, con la excelencia y con el empoderamiento de los jóvenes para así poder construir país un día a la vez.

Aldair Portillo
Aldair Portillo

Soy originario de Linaca, Choluteca. Estudiante de Derecho por egresar de la UNAH. Fellow de la OEA, alumni del Instituto holandés para la Democracia Multipartidaria y Co-fundador del Movimiento VOS. Apasionado por la lectura, la investigación y el Derecho Internacional. Comprometido con Honduras, con la excelencia y con el empoderamiento de los jóvenes para así poder construir país un día a la vez.

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