Vivimos en un país en donde es necesario un verdadero cambio en aras de un desarrollo sostenible, pero este progreso no será alcanzado si no cambiamos la forma de hacer política. Observamos que en los temas más críticos para el progreso del país existe una polarización enorme, que enceguece a la población y las obliga a tomar partido en la discusión.
No está mal como individuos sociales tener una ideología política. Lo que está mal es que nuestra ideología o doctrina no nos permita ser objetivos a la hora de discutir temas relevantes para el desarrollo del pueblo.
Si vamos a abordar temáticas de suma trascendencia para nosotros los hondureños, debemos de ver ambas caras de la moneda y de esta forma poder llegar a un consenso basado en el diálogo entre todos los sectores que representan al territorio para la toma de elecciones.
Tristemente, las dificultades que el pueblo atraviesa son variadas; sin embargo, la problemática climática no se encara como un verdadero asunto de preocupación. Se aborda como un tema político para campañas electorales, pero pasado las elecciones este problema no se vuelve a discutir de una forma más compleja.
Podemos observar que en la actual administración se ha comenzado a trabajar la problemática ambiental como una causa de injusticia social, lo cual es bueno. Elogio el accionar por parte del gobierno de la creación de los batallones verdes para la reforestación, pero no es suficiente.
Requerimos que se regulen los proyectos extractivistas que se desarrollan en nuestra región y la minería a cielo abierto que causa varios males a los habitantes locales, sumado al irreparable daño que se crea para los ecosistemas donde se explotan dichos recursos naturales.
No podemos seguir haciendo politiquería barata y permitiendo que nuestras autoridades sigan en el afán de estar buscando fantasma para culpar de los errores ambientales cometidos por quienes dirigían al estado anteriormente.
Si quienes dirigen el estado aman el sueño de un país mejor, es momento de dejar de ver al pasado e iniciar las acciones que construyan una Honduras más verde, en donde las monumentales desigualdades que atormentan al hondureño sean resueltas.
Debemos de despojarnos de la venda del silenció e ir de los señalamientos a un diálogo crítico como solución a eso que hemos culpado como males de nuestra sociedad. Necesitamos ir de la propuesta a la respuesta, sumando a la juventud en accionar climático y político.
Nota: Las palabras contenidas en el presente artículo representan exclusivamente la opinión del autor. El Milenio es una organización no partidaria y sin afiliación ideológica.
