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En el mundo actual, donde la inclusión y los derechos humanos son las banderas del progreso, aún existen casos de discriminación a personas con discapacidad. Se calcula que hay unos 650 millones de personas con discapacidad en todo el mundo, es decir el 10% de la población mundial. En cada región del mundo, en cada país, las personas con discapacidad son aquellas que tienen alguna limitación física o mental para realizar actividades en su casa, en la escuela o trabajo, como caminar, vestirse, bañarse, leer, escribir, escuchar, etcétera.

La discriminación es uno de los mayores problemas que las personas con diferentes discapacidades enfrentan en Honduras, debido a la predisposición natural que existe sobre ellas. Se dice que una persona con algún reto especial es incapaz de realizar las tareas o de sobrevivir igual que una persona “normal”. 

Ya es hora de despertar, es hora que las entidades gubernamentales exijan mas allá de establecer en un artículo del código de trabajo un porcentaje de la planilla de una empresa, el no obligar infraestructura necesaria para que todos podamos ingresar o salir de un lugar, el cual no se cumple en la mayoría de las empresas o establecimientos públicos. Es hora que se rompan estereotipos y paradigmas que giran alrededor de estas personas y comencemos a borrar de nuestro lenguaje “el discapacitado” y qué hablemos de retos especiales.  

A la edad de 5 años fui diagnosticada como SORDA, ahora como una persona con retos auditivos. Al ir al médico enfrenté la noticia que yo tenia una enfermedad llamada Hipoacusia Profunda. Supongo que no saben qué significa, pues hasta a mí se me olvida.

La hipoacusia se define como la pérdida de la capacidad auditiva produciéndose una dificultad o imposibilidad para oír normalmente. Puede ser unilateral, afectando a un solo oído, o bilateral, si afecta a los dos. Hipoacusia profunda: Por encima de los 90 dB. No se perciben sonidos. 

Comencé todo mi proceso de detección y seguimiento aquí en Honduras, en la fundación CIDEHA, que ahora se conoce como Servicios Integrales Soluciones Auditivas en Tegucigalpa. Me hacían un montón de audiometrías, en un cuarto pequeño, donde no podía entrar ni un sonido absoluto. Esas cuatro paredes me hacían sentirme sola y triste, y lo único que quería mi mente era que parara esta pesadilla. Ese cuarto tenía una ventana transparente en la cual podía ver a la doctora esperándome para identificar si yo escuchaba algún sonido de los parlantes que estaban dentro del cuarto. El momento que más me dolía, era en el ella que me miraba y yo no escuchaba nada. En ese momento me dí cuenta, cuan mal estaba mi oído izquierdo, ya que ese era el que tenía pérdida auditiva. El derecho todavía tenía un poco de audición, pero no la suficiente para poder llevar una vida normal. Mi mama siempre me llevaba a todas mis citas médicas, ya que por circunstancias de la vida, tuvo que luchar sola en esto. 

Mi mamá buscaba todos los días soluciones para mi enfermedad, estudiaba mucho sobre alternativas para mí. Su esperanza y fé no dejaba que se rindiera, sabía que había algo más y que estábamos a tiempo de hacer algo.

A los 7 años de edad aproximadamente, la doctora nos dijo que ya había perdido por completo mi audición del oído izquierdo y que el oído derecho ya se estaba perdiendo. Ese momento fue el más temeroso de mi vida hasta entonces. Nos dieron dos opciones: un implante Cochlear o una vida limitada a base de lenguaje de señas. Mi mama quería darme una mejor calidad de vida auditiva, pero  existía el problema del dinero ya que el tener esa calidad auditiva requería de muchos sacrificios monetarios. Comenzamos a ser creativas y con un solo objetivo implantarme, fue así, a través de rifas, recolectas y todo lo que podíamos, que se acercó lo que tanto pensabamos que era imposible. 

Después de varios meses, llegó el 1 de Junio del 2009: el día que mi vida cambiaría. Salí con mi maleta, rumbo al hospital Medical Center donde me esperaban unos doctores colombianos que vinieron a operar a unos 5 niños, incluyéndome. Me asignaron una habitación donde iba a estar antes y después de la cirugía. Llegó el momento en que me llamaron para entrar al quirófano, y me entró un sentimiento alarmante. Todos me decían, “todo va estar bien, aquí estaremos cuando despiertes”. No sabía qué hacer ni decir. Solo abracé a mi mamá y mientras las enfermeras me vestían, me rehusé a soltarla. No recuerdo más, solo entrar al quirófano y esperar con ansias que todo terminara. Ese mismo día regresé a casa, tenía que estar por lo menos un mes en cama. Las noches fueron de desvelo, me mareaba frecuentemente y no tenia ganas ni de alimentarme. 

Durante el mes que estuve en cama, muchas personas me fueron a levantar el ánimo, y me dí cuenta que por ellos escucho. Muchas personas me motivan a seguir adelante y escuchar sus voces. Recuerdo que en ese tiempo, no podía esperar más para el día mas importante de mi vida, la activación de mi implante, que tomó lugar en Guatemala. Al principio sabía que iba a ser difícil, mi nuevo normal era emocionante, pero al mismo tiempo aterrador. Mi mama con el tiempo me confesó que ella se sintió nerviosa ya que no sabían cómo iban a reaccionar los niños al verme con mis aparatos auditivos. No recuerdo mucho de ese día, pero sí recuerdo las miradas que lo decían todo. Todos tenían miedo de hablarme, sentían que yo les iba transmitir lo que tenía, chistoso ahora son mis mejores amigos…

Diez años después, en uno de mis viajes a Guatemala durante una audiometría, pude ver la cara de la doctora. Pude ver que algo andaba mal cuando empezó a verme y yo seguía sin escuchar los sonidos que ella me transmitía. Estuve más o menos ocho minutos esperando a escuchar un sonido hasta que escuché uno que era el más alto, y ahí me di cuenta que mi oído derecho andaba mal. La doctora me habló, y me dió la noticia que ya era candidata para un implante Cochlear en el oído derecho. Debo admitir que tomé la noticia con la mayor tranquilidad posible, esto iba a pasar tarde o temprano.

La vida de una persona sorda es difícil; los pensamientos agobian, las miradas, nos hacen sentir solos y de menos ante la sociedad, por eso es importante hacer el esfuerzo de incluirlos. Al final, todos somos iguales, solo es tener un reto especial, y esto no nos hace diferentes. Hace exactamente 10 años estaba pasando por el mismo proceso en el oido izquierdo, apoyándome en el derecho para escuchar. Hace poco nos comentó mi audióloga que es muy diferente oír y escuchar. Oír se hace de manera pasiva, se trata simplemente de percibir vibraciones de sonido. Por otro lado, escuchar implica, además de oír, interpretar lo que se oye y por eso es importante la estimulación de los dos oídos.

Dicen que lo que más hace falta en este mundo es amabilidad, y eso sin duda es cierto. Yo desde pequeña he tratado de ser positiva en todos los aspectos posibles. Me he dado cuenta que esto saca lo mejor de las personas y que no podemos criticar a alguien sin conocerlos. No importa su raza, apariencia o color; al fin y al cabo todos somos iguales ante los ojos de Dios y eso es lo que más importa. Mi mamá siempre me ha dicho que gracias a mí, las personas sonríen y tienen un motivo para seguir. Todos enfrentamos una batalla en la vida; muchos no lo ven porque luchamos silenciosamente. Es muy fácil para nosotros juzgar a alguien por que no los conocemos y podemos decir cualquier cosa sobre esa persona. Lo que nunca pensamos, es como puede afectar a esa persona lo que decimos o como actuamos con ellos. Cuando las personas me miran, miran directamente a los oídos. De pequeña me molestaba y buscaba ignorarlos. Ellos no sabían mi batalla, no sabían como me sentía al respeto. Muchas personas ahora se acercan a mí para escuchar mi historia, pero otras solo saben mirar y alejarse. 

Desde pequeña he ido a muchas fundaciones a visitar a los niños y adultos y pasar un tiempo con ellos, y ayudarles en lo que pueda. Hace unos años fui a Prepace, que es un programa de rehabilitación prioritariamente para personas con trastornos neuromotores y necesidades educativas especiales para niños e adultos. Tuve la oportunidad de pasar el día con un niño llamado Christopher, de aproximadamente unos 5 años, que me robó el corazón desde que lo ví. Me dí cuenta la capacidad que tienen, y una de ellas es cambiarle la vida a una persona. Christopher me enseñó que la vida está llena de alegría, a pesar de los obstáculos. Nos entendíamos muy bien cuando me tocaba mis aparatos constantemente y sonreía al verlos, y me dí cuenta que Dios me mandó con un propósito, que es cambiar vidas a través del milagro que Él me brindó.

La inclusión de personas con discapacidad significa entender la relación entre la manera en que las personas funcionan y cómo participan en la sociedad, así como también garantizar que todas tengan las mismas oportunidades de participar en todos los aspectos de nuestras vida, sin ningún limite interferido. Nosotros podemos hacer eso dando trato justo, modificando cosas, procedimientos y sistemas para permitir que una persona con una discapacidad los use al máximo posible y sobretodo eliminar la creencia de que estas personas no están sanas o son menos capaces de hacer cosas.

No tengan miedo de tomar riesgos en la vida, levántense y luchen contra ese miedo. Nunca se den por vencidos en sus sueños, háganlos realidad. Todo es posible si se lo proponen y por mas difícil que parezca el obstáculo, recuerden que Dios jamás nos dará algo que no podamos soportar. He aprendido que hay dos formas de vivir la vida, una es pensar que nada es un milagro y la otra es pensar que todo es un milagro. Yo decido vivir mi vida pensando que todo es un milagro, y pensando en la sonrisa de mi mamá, en la risa de un amigo, en el llorar de un bebe e inclusive en el arte de escuchar. Tener este reto especial me ha hecho fuerte, me ha ayudado a inspirar a otras personas, y más que todo me ayudó a aprender a quererme a mí misma. Dios me ha dado una segunda oportunidad para escuchar, el camino no ha sido fácil, y yo sé que mi historia no termina aquí. 

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Graduada de Elvel School, Montserrat pasó un año de intercambio en Taiwan para sacar la carrera de Mandarín. Actualmente se encuentra estudiando en UNITEC la carrera de Comunicaciones Audiovisuales y Publicidad. Es embajadora de Cochlear Honduras, teniendo como meta luchar por los derechos de las personas con retos especiales, para ser vistos iguales y ofrecer oportunidades, contar su historia alrededor del mundo para hacerle saber a las personas que si hay una solución. Siempre ha dicho "Al final en el túnel más oscuro, hay luz".

Montserrat Torres
Montserrat Torres

Graduada de Elvel School, Montserrat pasó un año de intercambio en Taiwan para sacar la carrera de Mandarín. Actualmente se encuentra estudiando en UNITEC la carrera de Comunicaciones Audiovisuales y Publicidad. Es embajadora de Cochlear Honduras, teniendo como meta luchar por los derechos de las personas con retos especiales, para ser vistos iguales y ofrecer oportunidades, contar su historia alrededor del mundo para hacerle saber a las personas que si hay una solución. Siempre ha dicho "Al final en el túnel más oscuro, hay luz".

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