La propiedad intelectual (PI) abarca un concepto muy amplio, pero en pocas palabras podríamos definirla como la creatividad, innovación o idea de una persona o grupo de personas, que una vez materializados, mejoran la calidad de vida de la sociedad. Los productos o servicios que estas personas ofrecen al público pueden ser protegidos por la legislación hondureña mediante diversas figuras jurídicas, las cuales otorgan derechos de exclusividad a sus titulares durante un tiempo determinado.
Se vale enfatizar que la globalización nos ha permitido utilizar los nuevos descubrimientos de las tecnologías de la información y la comunicación para nuestro beneficio. Un ejemplo de ello son las redes sociales, que especialmente para las pequeñas/medianas empresas y emprendedores, son una herramienta muy útil para tener acceso a sus consumidores, y por ende a expandirse en el mercado. Sin embargo, lo que realmente da un valor agregado a sus productos/servicios, es el debido aprovechamiento de su nombre/imagen/identidad reflejado en un signo distintivo que es el elemento clave de una estrategia de mercado para lograr expandirse en el mismo. El cual, para evitar su uso indebido, debe gozar de seguridad jurídica registrándose como una marca o nombre comercial. La PI es un área muy poco explotada en Honduras por desconocimiento y subdesarrollo. El número de solicitudes de registro de patentes en Honduras es muy bajo, y argumentaría que la principal causa de este fenómeno es la falta de conocimientos técnico-científicos y tecnología necesaria para innovar. Así mismo, los principales actores generadores de conocimiento y tecnología son indudablemente los científicos, docentes y alumnos universitarios, y por este motivo, es necesario fortalecer el conocimiento que estos reciben mediante acuerdos de cooperación de investigación, intercambio de personal técnico, conferencias de ciencia, o cualquier otra medida efectiva.
Creo firmemente en que el conocimiento generado por la Academia debe, una vez protegido, ser transmitido a la sociedad civil al encontrarse en dominio público. Dentro de algunas universidades existen oficinas que permiten transferir tecnología o conocimientos al sector social. Por ejemplo, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras cuenta con un Reglamento para la Propiedad Intelectual, el cual abarca conceptos elementales, pero no establece mecanismos para transferir el conocimiento y por ende generar desarrollo.
Me gusta pensar que una de las razones por las que existe la PI es para incentivar la creatividad y expandir nuestros conocimientos técnicos y científicos. Sobre todo en un mundo tan globalizado como el nuestro, cada vez es más importante crear nuevas tecnologías para lograr un desarrollo económico, ecológico, social y cultural que sea sostenible. Por ejemplo, las “green patents” son creadas con el objetivo de fomentar un medio ambiente sustentable. Estas apuestan al bienestar de las comunidades y reducen riesgos medioambientales y la escasez ecológica, lo que les da prioridad de registro en algunos Estados.
Ciertamente, en Honduras existe una ley en materia de PI, pero no hay políticas o acciones gubernamentales que promuevan su difusión en la sociedad. Por ende, la población ignora sus derechos y consecuentemente no pueden explotar sus beneficios económicos.
Fuera de los derechos de exclusividad que la PI otorga, esta materia también tiene una función humana y social desde mi punto de vista: la difusión del conocimiento. Es necesario crear plataformas de búsqueda de fuentes de tecnología, generar vínculos con Oficinas de PI desarrolladas en cuanto a tecnología y evolución, vínculos con organismos o entes internacionales, entre otras acciones. ¿Qué pensarían sobre la creación de un sistema nacional de patentes abierto al público?
Nota: Las palabras contenidas en el presente artículo representan exclusivamente la opinión de la autora. El Milenio es una organización no partidaria y sin afiliación ideológica.