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¿Qué crees que nos depara el futuro? ¿Un mundo más justo o uno más injusto? Independientemente de la respuesta, hay algo imposible de negar, la desigualdad existe a una escala global. Claro, en ciertos países con mayor magnitud que en otros. A un nivel más específico, la desigualdad es un fenómeno que ha aquejado a América Latina desde hace mucho tiempo. Una de las principales manifestaciones de la desigualdad puede evidenciarse al analizar los accesos de salud y educación dentro de un país por medio del Índice de Capital Humano (ICH) del Banco Mundial. Por ejemplo, como lo muestra la Gráfica 1, una persona promedio originaria de cualquier país de América Latina y El Caribe, sólo podrá alcanzar un nivel de productividad del 55.5% de su potencial en comparación de haber contado con una atención integral de salud y una educación completa.

Gráfica 1: Comparación del ICH en América Latina y El Caribe

El bajo acceso a educación y salud no es una realidad para todos los habitantes Latinoamericanos, dado que mientras alrededor de 4.7 millones de hondureños sobreviven con $5.50 dólares diarios, existe una élite que ingresa $40 mil dólares mensuales (alrededor de un millón de lempiras). Esta tendencia suele repetirse en otros países de la región y como lo muestra la Gráfica 2, en América Latina el 50% de las personas con menor patrimonio reciben menos del 10% de los ingresos anuales, mientras que el top 10% de las personas con mayores patrimonios reciben el 50% de los ingresos anuales. En otras palabras, dentro de un país promedio en la región Latinoamericana, la suma de ingresos de cien familias millonarias es mucho mayor que lo que reciben todas las familias de clase baja.

Gráfica 2: Concentración de ingresos en Latinoamérica

Lo anterior nos lleva a preguntarnos: ¿hay manera de evitar que la desigualdad afecte el desarrollo de un país? Es aquí donde toma importancia la administración de los Gobiernos. Específicamente las políticas de redistribución de riqueza por medio de los impuestos. El tema del pago de tributos suele ser un tema político controversial debido a las distintas ideologías de cada persona. Según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en América Latina la recaudación media de impuesto equivale al 23% del PIB, mientras que en economías avanzadas la recaudación oscila el 34% del PIB.

¿La recaudación de impuestos debe ser alta o baja?

La respuesta a esta pregunta está condicionada a dos factores:


-El nivel y uso de Gasto Público
-Saber sobre quiénes recae el peso del cobro de impuestos


Si un país dedica el Gasto Público (dinero que viene de impuestos y es utilizado por el Gobierno) a inversiones de capital como: la generación de infraestructura, avances tecnológicos, sistemas de salud eficientes y acceso a educación de calidad, el uso de este gasto estará justificado y mantendrá satisfechos a la población, como en el caso de países como Finlandia, Noruega y Suecia. Pero si el Gasto Público está orientado a sustentar los salarios de los funcionarios públicos, como es el caso de nuestra región, el uso de los recursos del Estado se vuelve ineficiente y afecta el desarrollo del país. Sin embargo, se debe reconocer que hay países desarrollados que han funcionado mejor con impuestos altos, con elevada presión fiscal, y otros que han funcionado bien con tasas menores, ya que esto depende de la idiosincrasia de cada sociedad.


Por otro lado, es importante entender sobre quién deben recaer los impuestos. Como ejemplo reciente, el gobierno colombiano buscaba incrementar sus ingresos por lo que decidió aumentar el Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA)1, plan que desató fuertes manifestaciones dentro de este país. La nueva ley tributaria consistía en aumentar de 5% a 19% el IVA para la gasolina y aplicar esta misma tasa a los servicios básicos en zonas de clase media-alta.


El problema del aumento de impuestos indirectos, como el IVA, radica en que el peso de esta práctica recae en la clase media y clase baja. Estos afectan sus patrones de consumo y ahorro, ya que con el mismo nivel de ingresos deberán pagar más por obtener los mismos bienes y servicios que pagaban antes del aumento del impuesto, mientras que la clase alta no se ve afectada debido a que sus ingresos son mucho mayores y pueden darse el lujo de cambiar a otro tipo de bienes y servicios.

¿Cómo utilizar los impuestos para disminuir la desigualdad?

No se necesita de mucho conocimiento en políticas públicas o economía para entender que se debe cobrar más impuestos a quienes ganan más o tienen mayores patrimonios. Según Stiglitz (2017), un buen sistema tributario no se limita solo a recaudar dinero, sino que puede ayudar a mejorar la eficiencia económica y a reducir la desigualdad.


Los gobiernos de América Latina deberían optar por aumentar los impuestos directos como el Impuesto sobre la Renta (ISR) e impuestos al patrimonio. Estas políticas deben aplicarse de manera equitativa, para evitar que personas que viven del ingreso de su trabajo paguen una proporción mayor de impuestos a personas que disfrutan de inmensas herencias. Un ejemplo claro es que una persona como Carlos Slim, cuyo patrimonio es de $66 mil millones de dólares, no tendría problemas en pagar más impuestos directos a sus ingresos y riqueza que una persona promedio.


Estas políticas ya han sido planteadas en la Argentina, país cuyo Senado aprobó la Ley de Aporte Solidario y Extraordinario. Esta ley supone un impuesto directo a más de 12 mil personas que declararon un patrimonio superior a 200 millones de pesos (US$2.5 millones de dólares) en todo el país (BBC 2021). Con este nuevo impuesto el gobierno planea recaudar alrededor de US$3,000 millones dólares, fondos que ayudarán a financiar becas y ayudas sociales.


Los impuestos necesitan adaptarse a un mundo en constante transformación para así combatir la desigualdad. También deben gravar las cosas malas en lugar de las buenas, por ejemplo, gravar la contaminación y especulación financiera en lugar de buscar imponer impuestos a ingresos y ahorros de personas de la clase media. Así mismo, es importante gravar a los propietarios de terrenos, productores de petróleo y personas que viven de la explotación de recursos naturales ya que este tipo de producciones tiene una oferta inelástica (que no desaparece a medida aumentan los impuestos).


Las grandes desigualdades y las faltas de oportunidades no son un fenómeno natural, son causadas por nosotros y pueden revertirse si se tiene el interés de hacerlo. Los impuestos, a pesar de la controversia que generan, son una herramienta que, si se usa con inteligencia, es útil para formar países más desarrollados y con condiciones justas para todos los habitantes.


Notas y Referencias Bibliográficas:

  1. En palabras simples el IVA es un tipo de agravante al consumo.

Stiglitz, J. E. (2017). La gran brecha: qué hacer con las sociedades desiguales. Taurus.
OECD data. (2021). TheOECD. https://data.oecd.org/


Banco Mundial. (2021). Índice de Capital Humano (escala de 0 a 1) | Data. World Bank. https://datos.bancomundial.org/indicador/HD.HCI.OVRL


BBC News Mundo. (2021, 30 enero). Covid-19 en Argentina: entra en vigor el impuesto a la riqueza para combatir los efectos de la pandemia. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-55199876#:%7E:text=Seg%C3%BAn%20la%20agencia%20de%20noticias,para%20proyectos%20de%20gas%20natural.


WID – Wealth and Income Database. (2017a, abril 25). Series [Conjunto de datos]. https://wid.world/es/series/


Nota: Las palabras contenidas en el presente artículo representan exclusivamente la opinión del autor. El Milenio es una organización no partidaria y sin afiliación ideológica.

Daniel Lobo
Daniel Lobo

Daniel Lobo es un joven economista interesado en poder mejorar la sociedad hondureña por medio de crear conciencia en temas económicos y sociales. Es egresado de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, a su vez, se ha desempeñado como investigador en el Instituto de Investigación Económica y Social (IIES) y actualmente es investigador en el área de política económica dentro del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP). Su meta es poder contribuir a la consagración de Honduras como un país más justo y con oportunidades de desarrollo para todos sus ciudadanos.

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