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La población de Honduras es de 9.905 millones (2020) y 51.7% de esa población son mujeres. Para un país tan pequeño en el corazón de Centroamérica, existe una diversidad y variedad de mujeres a través de todo el país. De mestizas a lencas, existen varios grupos étnicos dentro del país. Cada grupo étnico cuenta con sus problemas autóctonos, pero todos los grupos étnicos comparten la desventaja de ser una mujer en Honduras. Cabe destacar que estas estadísticas no incluye a los miembros de la comunidad LGTBIQ+ que se identifican como mujer.

En la costa norte cerca del mar y el sol se encuentra la población garífuna. Con su pelo rizado y su piel oscura pueden encontrar a la mujer garífuna bailando punta usando vestidos llenos de colores vibrantes. Pero lo que nadie habla es de su constante lucha batallando las violaciones de derechos humanos. Los garífunas desean proteger sus tradiciones y sus tierras ancestrales, algo que el gobierno hondureño lentamente les ha robado. La mujer garífuna se enfoca en la protección del medioambiente para el cultivo de sus alimentos, pero debido a los secuestros y desplazamientos forzosos para construcciones de proyectos turísticos y la extensión de la cosecha de la palma africana, se encuentran en una situación vulnerable. 

Con sus artesanías y vestimenta coloridas con diseños autóctonos, las mujeres lencas residen principalmente en los departamentos de La Paz, Intibucá y Lempira. Actualmente se dedican a dos actividades principales, la agricultura y la artesanía. Ésta última llevada a cabo principalmente por las mujeres. Ellas sostienen la economía de sus hogares y logran difundir esta herencia cultural a las futuras generaciones. Así como los garífunas, el pueblo lenca sufre de violaciones de derechos humanos, específicamente el desplazamiento forzoso y el robo de sus tierras ancestrales. El caso más relevante dentro de estas violaciones es el caso de Berta Cáceres, una líder indígena lenca, feminista y activista del medio ambiente hondureña que fue asesinada por su lucha encontra del proyecto hidroeléctrico “Agua Zarca” en el municipio de Río Blanco, Lempira. El proyecto estaba siendo realizado por la empresa capital DESA (Desarrollos Energéticos Sociedad Anónima). Los lencas dependen de los ríos para su sustento físico y espiritual. Podemos concluir que las políticas públicas internas y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en Honduras no se cumple y se viola constantemente sin ningún tipo de repercusión.  

Ser una mujer en Honduras es peligroso. Aunque cada grupo étnico tiene sus propios problemas y conflictos, compartimos los mismos problemas universales que sufren las mujeres. Estos incluye y no son limitados a abuso sexual y emocional, acoso sexual, violencia doméstica, violación, etc. Además, la ausencia de derechos reproductivos, la baja accesibilidad a educación básica y sexual, la discriminación de género y la falta de empleo hace ser una mujer en Honduras complicado. Estos conflictos y problemas nacen de una cultura machista y patriarcal, donde la sociedad establece el rol de la mujer exclusivamente como madre y “ama de casa”. Es más difícil para una mujer tener acceso a fondos para emprender un negocio y desprenderse del sistema tradicional. Se le exige a la mujer someterse al trabajo doméstico porque una mujer con autonomía e independencia reta el mismo sistema patriarcal. 

El 15 de septiembre de 1821 se firma el Acta de Independencia que finalmente declara la Independencia de Centroamérica del Imperio Español. Lentamente cada país desarrolló su leyes internas a través de revoluciones y protestas. Las primeras leyes y derechos establecidas e implementadas en Honduras eran solo para el beneficio de los hombres. En el período previo y posterior a la Independencia las mujeres en Centroamérica, vivían excluidas del espacio público y  sólo un porcentaje bajo podían leer y escribir. Por el trabajo arduo y valiente de ciertas figuras feministas en Centroamérica se nos han otorgado algunos derechos. Entonces se imaginan mi enojo cuando el esfuerzo de esas mujeres durante el período de Independencia (y posterior) se reduce a desfiles y espectáculos dirigidos a hombres. ¿Este es el homenaje que le estamos dando a estas heroínas en el día de la Independencia? Cada 15 de septiembre, se desarrolla una tradición que expone la cultura machista en la sociedad hondureña. Los desfiles de las palillonas en Honduras se consideran una tradición, pero es al mismo tiempo es una tradición que sexualiza y objetifica a niñas y mujeres desde una edad temprana. Los medios de comunicación se encargan de publicar fotos con texto sumando a la cosificación sexual de estas niñas, la mayoría siendo menores de 18 años y estudiantes de escuelas públicas. Destacando solamente su belleza física y sus uniformes cortos. Este desfile es un espectáculo hecho para generar placer y gratificación a la audiencia masculina. El desfile de las palillonas es un evento que no genera ningún valor a la sociedad hondureña e insulta y minimiza el sacrificio de las mujeres que fueron trascendentales a la lucha de nuestros derechos.

Las mujeres en Honduras son ricas en cultura, historia y encanto. Desde las garífunas en Atlántida y las mujeres lencas en La Paz, ellas exaltan gran belleza pero están sometidas a tener una vida trágica. Todas tenemos nuestras luchas únicas, pero al mismo tiempo compartimos los mismos problemas universales solo por el simple hecho de ser mujeres. Como una mujer hondureña, tengo las intenciones de ser patriótica pero es muy difícil cuando mi país odia mi sexo. Soy orgullosamente hondureña cuando no existe nada de que sentirse orgullosa. 


Nota: Las palabras contenidas en el presente artículo representan exclusivamente la opinión del autor. El Milenio es una organización no partidaria y sin afiliación ideológica.

Sofia Altamirano
Sofia Altamirano

Sofía Altamirano tiene 24 años y egresó de la carrera de Relaciones Internacionales (con orientación a diplomacia) en el año 2019 en UNITEC SPS. Trabaja en el sector público como un enlace entre organizaciones internacionales y las instituciones públicas. Considerada una feminista, Sofía se enfoca en defender los derechos de la mujer al igual que los derechos humanos.

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