Dictadura es un término de uso común en el lenguaje político del campo opositor para referirse a la ausencia de democracia, que hoy en día aún permanece en los escenarios de nuestra sociedad. ¿Pero qué significa, desde la teoría política, esta forma de gobierno?
Según el Diccionario Político de Bobbio, la Dictadura en la República Romana era un modo de suspender temporalmente el orden constitucional, creando un sistema de gobierno o régimen gubernamental donde todos los poderes del Estado se concentran ilimitadamente en un individuo, un grupo o un partido con una precariedad de reglas de sucesión del poder.
¿Qué debe ocurrir para que un dictador caiga? Todo dictador se sostiene sobre unos pilares, y si uno o más de estos se quiebran, la estructura colapsa. Dichos pilares están constituidos por grupos de poder, internos o externos, que se benefician del sistema y que los abandonan siempre y cuando les convenga a sus intereses, o si son derribados por sus opositores.
Estos últimos pueden ser el pueblo entendiéndose como una mayoría de la población, la comunidad internacional o fracturas internas. La presión de la calle por sí sola no tumba a un gobierno pero puede impulsar a uno de los pilares a retirar su apoyo al dictador, como ha sucedido en innumerables ocasiones donde estos caen tras movilizaciones populares.
Las dictaduras en Europa Oriental cayeron como un dominó tras masivas protestas, el amplio apoyo de la comunidad internacional y principalmente porque el mayor pilar que las sostenía, la Unión Soviética, estaba en sus últimas y había renunciado a utilizar la fuerza militar, tal como lo había hecho años antes en Hungría y Checoslovaquia. Por otro lado, las dictaduras de Ben Ali en Túnez, Mubarak en Egipto y décadas antes la del Shá de Irán cayeron tras masivas protestas en las calles, una vez que las fuerzas armadas se negaron a reprimirlas, quitándoles el apoyo.
Los regímenes de Anastasio Somoza y Fulgencio Batista fueron derrocados por insurgencias armadas en el campo de batalla. Sin embargo, en términos de libertades y democracia, algunos de los casos anteriores terminaron igual o peor.
En Chile por su lado, Pinochet entregó la posta presidencial tras un plebiscito celebrado en 1988 en el que se impuso el “No” con el 56% de los sufragios. En Paraguay, Strossner, fue derrocado por su hombre de confianza, Andrés Rodríguez Pedotti, lo que le obligó a exiliarse en Brasil. Allí vivió hasta su muerte en 2006, pese a las reiteradas peticiones de extradición por crímenes de lesa humanidad. En Argentina, Videla fue detenido por la causa de apropiación de menores dándole prisión domiciliaria.
No obstante, a pesar del progreso en América Latina en las décadas recientes, muchos países en la región tienen democracias frágiles. Esta fragilidad reside principalmente en los bajos niveles de participación, culturas democráticas, deterioros en áreas como la libertad de prensa e independencias de las instituciones.
Según Gabriel Almond, es importante reflexionar que una democracia es estable en la medida que predomine una cultura política más participativa y más abierta en dicha sociedad. Por el contrario, aunque se cuente con las instituciones y las leyes adecuadas, si la cultura política tiene rasgos autoritarios o de algún otro, dicha democracia será frágil y tendrá pocas probabilidades de consolidarse. Dicho de otro modo, nuestro sistema político es un reflejo de la cultura que subyace en él. De ahí nace la importancia de promover actitudes democráticas entre los diferentes grupos de nuestra sociedad para así construir gobiernos fuertes y sólidos.
Nota: Las palabras contenidas en el presente artículo representan exclusivamente la opinión del autor. El Milenio es una organización no partidaria y sin afiliación ideológica.