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¿Y si volvemos a aprender a debatir? Que poco que se habla aquí de política sin que a un Nacionalista se le tache de “cachureco”, o puede ocurrir a la inversa, que a un Liberal en pleno debate se le ignoren sus argumentos para ser etiquetado como un “golpista”. Primero son los argumentos, es así como vamos a poder difundir ideas, discutirlas hasta que triunfe la que tenga un mejor respaldo razonado con argumentos basados en hechos.

Muchas veces defendemos nuestra postura para proteger un color, como si nuestra lealtad estuviese atada a un solo partido político, cuando en realidad son todos los ideales los que conforman parte de la identidad del país. Es nuestro deber como ciudadanos difundir la opinión pública, cuidar de ella y mimarla con una investigación meticulosa para forjar una postura con razonamiento lógico. Pero esto me preocupa cada vez que veo protestas que se transforman en saqueos, en la destrucción de un local que una vez pertenecía a un pequeño empresario hondureño, con cuyo negocio solo se ganaba la vida de manera honesta. Es por eso que he llegado a una conclusión dolorosa, pero necesaria de verbalizar para que todos reflexionemos.

En Honduras no existe la opinión pública. Sí, usted leyó bien. La opinión pública no se materializa en nuestra nación. Porque la opinión pública es un pensamiento cuya base es el razonamiento, la capacidad de asimilar la información necesaria para construir una argumento y así lograr defender una postura ante un tema concreto. Aquí es cuando debemos de poner en práctica lo que una vez dijo Aristóteles: “solo sé que no sé nada”.

Para comprender esto con más afinidad, hace falta hablar de los tipos de públicos. Son 4, así que por favor, presten atención.

Primero hablamos del público general. Esto nos implica a todos los hondureños. Somos todos los que lidiamos con los problemas del Estado, de un departamento o hasta de un mismo municipio. Este público se rige con un estatus jurídico, dentro una ubicación geográfica concreta y que adopta un posicionamiento específico para defenderlo. Recordemos que su posicionamiento debe estar respaldado por la racionalidad, de lo contrario, no es un público.

En segundo lugar tenemos al público votante. Su nombre lo define, es aquel público que por una razón u otra se decanta hacia una posición política y así su razonamiento influye en el voto. Por ende, es todo aquel que por razonamiento o argumentos emotivos, votan. Siempre y cuando sean mayores de 18 años. ¡Ah! Casi se me olvida, en nuestra nación esto también cubre a los muertos, dado que ellos también participan en las elecciones. Esto era sarcasmo, en caso que no lo haya comprendido bien…

El público atento, es uno informado sobre temas de relevancia social. Este público lee medios, analiza distintas posturas sobre un mismo tema y construye su posicionamiento con racionalidad. Se trata de alguien informado que no se deja llevar por lo que se dice en las redes sociales o los rumores que se difunden en los grupos de WhatsApp. Si me lo preguntan a mí, es mejor formar parte de este público que de los dos anteriores. Es alguien intelectual, con una autoformación para defenderse de las élites políticas (llegaremos a estos en breves).

Y por último tenemos a un público activo. Es el más involucrado con asuntos políticos. Su involucramiento se puede manifestar de distintas formas, puede ser de manera pasiva tras unirse a un movimiento o de manera activa, al estar dentro de las élites políticas marcando una agenda para opinión pública. Por favor, no confundan lo último que mencioné. La agenda púbica siempre será fijada por las élites políticas ya que estos mismos son las noticias, de lo contrario, no existiría el orden y gobernaría la anarquía.

Probablemente, te hayas sentido identificado con alguno, pero detente a pensar un momento y reflexiona. ¿La base de tu argumento es la racionalidad? ¿Has intentado comprender la postura contraria y hacer sentido de esta? ¿Puedes decir que no estás defendiendo el color de un partido político, sino unas convicciones compuestas por hechos? Si es así, ¡felicidades! Puedes decir que formas parte de un público. De lo contrario, si te dejas llevar por lo que dicen las masas, por las ráfagas emotivas de la demagogia y lo que circula en las redes sociales, lamento decirte que formas parte de una multitud. El contrario del público.

Es importante cuidar de la opinión pública. Más ahora que nunca, no solo te reúnas con tus amigos para hablar de los viejos tiempos, qué hicieron el fin de semana pasado o con quién se están acostando ahora. Desafía sus posturas ante temas frágiles de nuestro país, debate las ideas e intenta persuadirlos con tu argumento. Mantén la cordura y el respeto cuando inicies un débate, pues solo así dialogará la lógica y silenciarás los gritos de la demagogia emotiva.

Suerte, yo creo en ti.

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Jorge Barrigh es un joven escritor hondureño quien busca que sus historias actúen cómo un catalizador del cambio positivo en Honduras. Tras dejar el país a sus 13 años de edad, fue expuesto a distintas culturas al llegar a los Emiratos Árabes Unidos. Estudió Publicidad y RR.PP en la Universidad de Navarra en España. Su meta es lograr que sus historias sean conocidas por el país entero y que cuyas moralejas orienten al lector hacia una senda en camino hacia el cambio.

Jorge Barrigh Vragas
Jorge Barrigh Vragas

Jorge Barrigh es un escritor hondureño, egresado de la Universidad de Navarra en Publicidad y RR.PP. Su amor por la escritura comienza desde una temprana edad para ser amplificada con una pasión por la literatura durante su carrera universitaria. Entre sus trabajos literarios se encuentran: "El Aguacate", "Los Ciegos", "Conversaciones de medianoche", "Una carta al idiota Catracho" y muchos más. Su meta es convertirse en uno de los escritores y comentaristas políticos más influyentes en el país.

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